Lo que esconden los cementerios españoles…
La escritora Marta Sanmamed desvela los «tesoros» e historias curiosas que habitan nuestros camposantos. Son lugares sagrados, que invitan a la reflexión, aunque a algunos todavía les imponen demasiado respeto, por no decir miedo.
Hablamos de los cementerios, el lugar donde descansan los restos de nuestros seres queridos, donde podemos ir a llorarlos, hablar con ellos o simplemente encontrar cierta paz en mitad del mundanal ruido. Pero no solo eso. También son espacios llenos de cultura y de historias por descubrir. «En ellos hay poco dolor y miedo y mucho amor y arte», asegura la artista plástica y escritora, Marta Sanmamed, que acaba de publicar el libro «Aquí yace… o no» (Oberon), donde se palpa su pasión por los «tesoros» que encierran los cementerios españoles. «No soy gótica ni me interesa el tema de los espíritus, lo que me atrae es el arte de los epitafios, cómo se adecentan algunas tumbas, ese tipo de curiosidades», reconoce.
Además, considera que los camposantos son un reflejo de la vida de un lugar. «Para conocer a la gente de un pueblo solo hace falta visitar el mercado y el cementerio», asegura Sanmamed, que desde su web promueve el conocimiento de los camposantos españoles. Para los interesados, hasta el 4 de noviembre organizan visitas guiadas al cementerio de San Isidro en Madrid.
Esta artista y escritora confiesa que le gusta pasear por los cementerios porque le inspiran y porque allí, aunque resulte paradójico, hay «mucha vida». «He encontrado historias muy importantes», afirma. Como la de la Fornarina, una cupletista de principios del siglo XX, que empezó como lavandera y acabó convirtiéndose en una mujer cultísima y adelantada a su tiempo. Lo más curioso es que en su tumba, que corona un ángel sin cabeza, en el cementerio de San Isidro de Madrid, cada 17 de julio un misterioso admirador, al que los enterradores nunca han llegado a ver, le deja una flor.
Pero si hay una historia que conmueve especialmente es la del niño Juan Darriba, que descansa en el cementerio coruñés de San Amario. En su lápida se reconoce la heroicidad de este pequeño de once años, que murió en 1896 salvando de morir ahogada a una mujer en la playa de Orzán.
No es la única historia que merece la pena descubrir. El título del libro «Aquí yace… o no» ya nos invita a preguntar quién no ocupa la tumba que lleva su nombre. «No yace el inventor y militar español Isaac Peral en La Almudena porque lo trasladaron al cementerio de Santa Lucía en Cartagena, ni el pintor Goya se encuentra ya en la Sacramental de San Isidro sino en San Antonio de la Florida», explica la autora.
Los destacados
Sanmamed reconoce que no todos los camposantos son magníficos ni dignos de visita, pero destaca varios que merece la pena conocer, como el de Montjuic, del que destaca el panteón de August Urrutia i Roldán con el ángel abatido del escultor Martínez i Fortuna o la inquietante tumba con esqueleto yacente del panteón del doctor Fábregas. Este cementerio cuenta con visitas guiadas en varios idiomas, un museo de carrozas fúnebres y organiza el «concierto para el recuerdo» cada primavera. También en Barcelona, otro imprescindible es Poblenou, que prepara visitas nocturnas y acoge una de las esculturas más escalofríantes: el beso de la muerte.
En Madrid, la autora destaca el «tesoro escondido» de La Almudena: el pequeño cementerio judío; y de San Isidro, la Ángela del escultor italiano Monteverde, en el interior del panteón de los marqueses de la Gándara. Pero si lo que se busca es un «museo de escultura al aire libre» de todos los estilos y épocas, Sanmamed recomienda el cementerio de Derio, en Bilbao y el de Polloe, en San Sebastián. Y así enumera las maravillas de hasta 15 camposantos españoles, entre los que se encuentran Monturque en Córdoba o Sinera en Arenys de Mar, aunque reconoce que otros han quedado fuera del libro por falta de espacio.
El denominado «turismo de cementerios» está poco a poco haciéndose un hueco. Incluso el Consejo de Europa rconoció hace dos años la Ruta Europea de los Cementerios, que componen en la actualidad 52 camposantos repartidos por 16 países europeos, entre los que se encuentran varios españoles.
«Yo recomiendo a la gente que visite los cementerios porque van a salir más vivos de lo que han entrado», concluye Sanmamed.