¿Dónde están los restos de Cervantes?
Fue enterrado en el convento de Las Trinitarias en Madrid, sin embargo, las remodelaciones han provocado que se pierda la pista de sus huesos El hecho de que el escritor no tuviera descendencia provocó que su tumba quedase perdida entre otras muchas.
Es considerado uno de los grandes literatos de todos los tiempos, su pluma dio a luz una obra que ha sido objeto de numerosas relecturas y tesis doctorales, nadie niega el genio de Miguel de Cervantes y sin embargo no existe un lugar donde se sepa a ciencia cierta que descansan sus restos para ir a venerarle.
El genio murió el 23 de abril de 1616, a los 69 años, una edad muy avanzada para la época. “Es muy sorprenderte porque los días antes él está terminando el prólogo del Persiles”, apunta José Manuel Lucía, Catedrático de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid y Coordinador Académico del Centro de Estudios Cervantinos.
“Con dolores ya de muerte, lo único que está pensando es terminar, ‘con un pie en estribo’, el prólogo de la obra porque pensaba que era la que le iba a dar la fama y vivir y después de muerto, despreciando el Quijote que para él era una novela secundaria”, relata el catedrático.
Fue enterrado al día siguiente .Una crónica anónima de entonces anotó que «su cadáver fue amortajado con el sayal de San Francisco, y en su diestra se colocó una sencilla cruz de madera. Cuatro hermanos de la Orden Tercera lleváronlo a la iglesia de monjas trinitarias, donde al día siguiente recibió cristiana sepultura».
El hecho de que sus restos descansaran en el convento fue por deseo expreso del autor, ya que fue esa orden quien lo rescató de su cautiverio en la cárcel de Argel durante su etapa de soldado. Hasta ahí dar con los restos del autor hubiera sido fácil si no llega a ser porque el convento ha ido sufriendo remodelaciones, la primera en 1639, que supuso levantar una nueva iglesia con una orientación distinta y un nuevo claustro.
“Al no tener luego descendencia esa tumba quedó perdida entre otras muchas tumbas y en las diferentes remodelaciones del convento los huesos de Cervantes se fueron removiendo con unos o con otros, de tal manera que hoy podemos pensar que los huesos están en Las Trinitarias pero no sabemos dónde están o a lo mejor ni estén ya aquí los huesos si no en otro osario que se hubieran llevado a otro lugar”, explica el doctor Lucía.
Así, en 1921 Ramón Menéndez Pidal ya apuntaba, sobre el convento, en un boletín de la Real Academia de la Historia (pdf): «Que la iglesia terminada o en construcción el año 1616, cuando murió Cervantes, no es la que hoy existe, construida en la segunda mitad del siglo XVII, de modo que aumenta la inseguridad de si los restos de Cervantes se conservan dentro de la nueva planta de la iglesia o en otro lugar del convento”.
Pese a que hoy pueda llamar la atención que no se hayan tratado con mayor cura los restos de uno de los más grandes literatos de todos los tiempos, lo cierto es que en aquél momento, el autor era “uno más”. Y es que, a diferencia de lo que ocurre hoy, que el género literario con el que se consigue triunfar es la novela, en la época de Cervantes el reconocimiento se hallaba en poesía y en teatro que se escribía en verso.
“Es cierto que Cervantes triunfó con El Quijote en ventas”, apunta Lucía. “Pero realmente nosotros tenemos un poco distorsionada su imagen. Murió en la pobreza, murió sin un reconocimiento realmente literario”.
Ese reconocimiento llegará más tarde, cuando se lleve a cabo la lectura inglesa y francesa de El Quijote. “Serán los europeos los que tengan que venir a decirnos «tenéis al mejor escritor”, el que pone las bases de la novel moderna y sobre él estamos construyendo una nueva forma de novela que terminará triunfando en el siglo XIX y se convertirá en el gran género”.
El hecho de no saber donde se hallan sus restos no sólo se limita a Miguel de Cervantes, también lo encontramos con otro grande del arte universal: Diego Velázquez. “Hay que tener en cuenta que la idea del panteón, del lugar en donde se deja al gran personaje histórico, literario, etc, será del siglo XVIII-XIX, por eso hemos perdido a estos autores. A no ser que sean como Quevedo o personas ya de abolengo, que tuvieran una familia que les haya mantenido las tumbas”.