Un cementerio desaparecido
A 18 kilómetros del núcleo urbano de Énguera, (provincia de Valencia) en plena sierra, se alza un antiguo caserío abandonado, reconvertido en complejo turístico rural, en torno a una pequeña ermita dedicada a San Antonio de Padua y un cementerio prácticamente borrado del mapa por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento.
Fue el pasado mes de junio cuando el párroco de la ermita, durante la multitudinaria romería que se celebra cada año hasta Benali, hizo un llamamiento a las autoridades municipales para pedirles que pongan freno al deterioro del espacio y recuperen el camposanto, que, después de 60 años sin usarse, registra varios desperfectos en su estructura.
En los archivos de la parroquia, de la que llegaron a depender alrededor de una treintena de casas de labranza desperdigadas por la sierra, hay constancia de unos 250 fallecidos desde su fundación como ermita, en 1812. El investigador y miembro de la comunidad parroquial José Francisco Serrano revela que el cementerio albergó un centenar de cuerpos, aunque se desconoce cuántos quedan ahora, dado que algunos de ellos se trasladaron a Enguera y no hay registros.
La finca donde se levanta el caserío –inicial propiedad del conde de Torrefiel– fue adquirida por un particular que se encargó de restaurar minuciosamente las estancias para dedicarlas a alojamientos rurales y que ahora defiende la propiedad del espacio en el que se halla el cementerio. Desde la comunidad, sin embargo, muestran datos catastrales para afirmar que el mismo está adscrito a la parroquia y lamentan que el camposanto ha quedado inaccesible, por lo que ni éstos ni las brigadas municipales han podido hacer nada para limpiar la maleza que se adueñaba del espacio.
Entre los dos frentes, el alcalde de Énguera, Santiago Arévalo, sostiene que la intervención que demanda la parroquia desde hace tres años para rehabilitar el camposanto «no es sencilla» dado el desconcierto sobre la propiedad de los terrenos. «Los técnicos municipales están examinando a quién pertenece en los documentos existentes e indagando para delimitar la extensión del cementerio».
En función de las conclusiones que arrojen los estudios, indica el munícipe, «veremos qué hacemos y si podemos recuperarlo». El investigador Serrano hace hincapié en que en los distintos caseríos de la sierra de Enguera y alrededores llegaron a convivir 300 personas a principios del siglo XX. «Son nuestros antepasados», subraya.