El turismo en los cementerios no es tan novedoso como parece
Parece ser que en España está arraigando últimamente el turismo en los cementerios, siendo éste una forma de ver la historia de una ciudad de forma casi siempre gratuita y que favorece el mantenimiento de los cementerios; pero en realidad es algo, que si nos paramos a pensar, en nuestro país más que menos, siempre ha tenido algo de calado y hoy en día una veintena de cementerios españoles están ya reconocidos como de interés turístico.
Algunos de los más destacados son el Cementerio San José de Granada, junto a la Alhambra siendo uno de los más antiguos de España, ha sido declarado Bien de Interés Cultural y ofrece a los turistas unas visitas guiadas además de haber llevado al visitante la última tecnología y se pueden seguir las explicaciones de la necrópolis a través de nuestro móvil o tableta.
El Cementerio judío de Praga es un lugar imprescindible al visitar la ciudad. Unos caminos acordonados van guiando el recorrido ya que no se puede pisar encima de las tumbas. Se paga entrada, la cual permite además visitar las sinagogas de este gueto judío. Este cementerio llama la atención por la cantidad de lápidas que se amontonan unas junto a otras, debido a que como los hebreos no trasladan nunca los huesos y cuando se fue quedando pequeño el terreno, optaron por seguir enterrando a sus muertos unos encima de otros; desde el S XV era el único lugar para los enterramientos de los que profesaban esta religión hasta 1.787; y en el que se estima que hay más de treinta mil cuerpos.
Uno de los más grandes del mundo es el famoso cementerio medieval Père Lachaise de París, concebido como un parque y con unas magníficas vistas de la ciudad, reposan los restos de ilustres personajes de la historia como Molière, Honoré de Balzac, Delacroix, Frédéric Chopin, Oscar Wilde, Georges Bizet, María Callas, Pisarro, Modigliani o Edith Piaf entre otros muchos, además de Jim Morrison -cantante de The Doors- uno de los más visitados y no sólo entre los habitantes del cementerio si no entre todos los atractivos de París.
Frente a la Zona Cero de Nueva York hay una pequeña Iglesia Episcopal –Trinity Church– con su jardín lleno de tumbas donde descansan los restos de algunos personajes históricos – como Francis Smith o Robert Fulton-. Testigo de excepción de la historia neoyorquina desde el S. XVII también lo fue el trágico 11 de Septiembre de 2001 sirviendo como primer “cuartel general” de todos los voluntarios que se acercaron al World Trade Center tras el ataque y por ello, en su interior se hace un homenaje a todas las víctimas del atentado.
Además del Cementerio de la Almudena, donde se hallan las visitadísimas tumbas de Lola Flores y su hijo Antonio, El Fary, El Yiyo, o Enrique Tierno Galván; en Madrid tenemos El Cementerio Británico, en el barrio de Carabanchel. Se creó en 1854 para que los cristianos no católicos que residían en la ciudad pudieran ser enterrados por entonces puesto que no eran admitidos en otros cementerios y además, entre sus familias recaía toda la gestión del camposanto.
Con el tiempo, ellos sí admitieron otras confesiones por lo que además de protestantes también hay judíos y de otras comunidades extranjeras. En la actualidad los descendientes de aquellas personalidades de la época como Bahuer, Loewe, Lardhy o Clifford allí enterrados intentan mantener el cementerio junto con el Cónsul General Británico en Madrid que aún organiza actos para recaudar fondos.
Muchas personas han estado yendo a los cementerios a ver los mausoleos de famosos a los que les erigen una estatua sobre su tumba y que bien por curiosidad o por fanatismo son muy visitadas como la de Rocío Jurado –en el Cementerio de San José de Chipiona-, la de Manolete –en el Cementerio de Nuestra Señora de la Salud en Córdoba- o incluso la de Franco –en el Valle de los Caídos de Madrid-. Otros, fuimos tentados a pasear junto a tumbas muy emblemáticas, como la de John Fitzgerald Kennedy con su llama eterna y pasear por necrópolis que, por ser diferentes a los españoles, nos llaman la atención como el Cementerio de Arlington –en Washington DC- con todas las tumbas tan bien ordenadas.
Y, ¿quién no visita el sepulcro del Apóstol Santiago cuando llega a la Catedral de la capital gallega? Quizás llevamos más tiempo del que creemos haciendo necroturismo sin saberlo.