Un cementerio construido por iniciativa popular
Los vecinos del barrio garachiquense de San Juan del Reparo, (Santa Cruz de Tenerife) popularmente conocido como La Culata, tienen una larga tradición de trabajo comunitario en pro del desarrollo de su pueblo. Los culateros pueden presumir de una destacada iniciativa y solidaridad popular que tienen su primer gran logro en los años 30 del siglo XX con la construcción, gracias sobre todo al dinero y el trabajo de los vecinos, del cementerio de Santa Isabel de Hungría.
Este camposanto, que fue una reivindicación histórica del barrio, tiene la peculiaridad de que fue el primero de la Isla sin enterramientos en la tierra para evitar la contaminación de los acuíferos de la zona.
En un pleno celebrado en diciembre de 1933, el teniente de alcalde y representante de los barrios de las medianías de Garachico, Juan Afonso Correa, llevó una propuesta para la previsión de fondos para la adquisición de unos terrenos para la construcción de un camposanto para las medianías. Hasta ese momento, los enterramientos se hacían en el camposanto ubicado en la zona costera del barrio de Las Cruces, el Santo Tomás de Villanueva. Y los entierros debían recorrer un largo y escarpado camino a pie.
En ese pleno municipal de 1933 se consigna una partida de 10.000 pesetas para el proyecto, aunque Juan Afonso Correa solicita una ampliación de esa cantidad en 3.500 pesetas por considerar la cifra inicial insuficiente. Esa consignación que se verá reflejada en el presupuesto ordinario de 1934.
En febrero de ese año, el alcalde Eugenio Hernández Bravo es autorizado para comprar los terrenos. Un mes más tarde surgen problemas, pues algunos ediles alegan que debe solicitarse un informe a la Inspección Provincial de Sanidad, ya que opinan que las filtraciones de los enterramientos podrían contaminar las aguas subterráneas. Surge el debate y se plantean buscar otras soluciones, como la adquisición de un coche fúnebre para trasladar los cadáveres.
Tantos problemas causó este asunto al nuevo alcalde, Luis Castañeda, que presentó su dimisión. Su renuncia no fue aceptada.
Pasa el tiempo, la obra no sale, pero los vecinos de las medianías se niegan a abandonar su añorado proyecto. Entonces cambian de estrategia y presentan un plan mediante el cual plantean construir el camposanto mediante una suscripción voluntaria y aportando mano de obra. Solo piden al ayuntamiento una parcela.
La propuesta de los vecinos es aceptada por el consistorio y se acuerda ceder un solar además de 1.000 pesetas para contribuir a la colecta popular. A comienzos de 1936, el nuevo alcalde Melchor de la Torre visita las obras y aprueba otra aportación de 1.600 pesetas para ayudar a terminar.
El primer enterramiento se produjo en febrero de 1936. La fallecida Isabel Pérez da nombre al primer camposanto de la Isla que no tuvo fosas bajo tierra, sino en bóvedas de cemento.
A lo largo de las décadas siguientes, la superficie del camposanto se ha visto ampliada a medida que las poblaciones a las que presta servicio han visto aumentar su número de habitantes. Ubicado en el núcleo de San Juan del Reparo, este camposanto presta servicio a los vecinos La Culata, Genovés, San Francisco de la Montañeta y Lomo Alto.
Con esta iniciativa popular arranca una forma de participación que ha vuelto a repetirse en La Culata para asfaltar calles o reparar templos. En la actualidad, los vecinos han vuelto a unirse para reformar la torre de su iglesia.