Diversas causas provocan la caída de un muro en el cementerio de Bobes dañando 120 nichos
El cementerio de Bobes (parroquia del concejo de Siero en el Principado de Asturias) amaneció ayer con graves daños debido al hundimiento del muro de una de sus alas, que albergaba cerca de 120 nichos. Un vecino de la parroquia, Roberto Sirgo, se encontró los destrozos hacia las once de la mañana.
Pronto se corrió la voz y toda la gente de los alrededores se presentó en el cementerio a ver qué había ocurrido. Algunos estaban muy afectados por el estado en el que estaban los restos de sus seres queridos. El párroco de Bobes, José Luis Fernández Polvorosa, no tardó en enterarse de lo ocurrido y se presentó en el cementerio. «Cuando me llamaron, pensé que era que se había levantado la uralita, y me encontré con todos estos daños», explicó.
La causa del derrumbe pudo haber sido, según los vecinos, una mezcla de viento, humedades y mala cimentación. Es una zona fruto de una ampliación del cementerio que se llevó a cabo en 1978. El problema es que la realizaron sobre un forjado, sin rellenar, con un hueco bajo el suelo que acabó por ceder.
El resultado son unos destrozos cuya reparación tendrá un alto coste económico, aparte del daño sentimental. «Vinieron muchos familiares a verlo, y están muy dolidos», explicaba el propio párroco.
El muro había cedido y los nichos cayeron hacia dentro. En algunas partes, todo se vino abajo, y en otras el muro con los nichos quedó muy combado. El párroco buscó pronto a un contratista, que apuntaló una de las partes, que están sujetas desde entonces. Acudieron al cementerio, asimismo, agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local para evaluar la situación, así como el alcalde, Eduardo Martínez Llosa, y los concejales Manuel Ballestero y Rubén Arbesú.
Fernández Polvorosa dijo que la reparación llevará numerosas gestiones. «Habrá que contar con el Ayuntamiento, Sanidad, el Juzgado, enterradores y contratistas», adelantó el párroco, que no obstante está satisfecho por la respuesta tanto del Arzobispado, «que están con nosotros para todo», como del municipio y las fuerzas del orden.
Será el Arzobispado quien se encargue de gestionar los daños y su reparación, siempre atendiendo a la voluntad de los vecinos. Hoy, a las cinco de la tarde, se celebra en la iglesia parroquial una reunión para tratar el asunto.
Polvorosa propone dos modos de resolver la cuestión. Una sería adquirir más terreno y ampliar el cementerio con un buen forjado. La otra sería levantar el muro y los nichos donde están actualmente e ir reponiendo por fases los restos a su ubicación. Esas son sus ideas iniciales, pero está abierto a que los vecinos hagan más en la reunión de hoy.
Lo que más preocupaba ayer era cómo proteger el cementerio una vez consumado el daño. El párroco quedó muy agradecido a la Policía Local y la Guardia Civil, que se ofrecieron a vigilar a turnos el camposanto.
Los vecinos lamentaban enormemente los daños sufridos por las sepulturas. Algunas cajas quedaron totalmente hundidas bajo los escombros, y otras quedaron a la vista. María Teresa Alonso y José Antonio Fernández, vecinos de Lugones con ascendencia en la zona, -concretamente él nación en Balbona- observaban muy afectados cómo los restos de numerosos de sus familiares fallecidos estaban totalmente hundidos bajo un tejado de uralita, en la parte más dañada del muro. «Va a ser difícil de recuperar, es una pena», decían.
Polvorosa espera que en los próximos días todo se vaya resolviendo. Aun cuando es consciente de que requiere numerosas gestiones, la intervención de muchas instituciones y, lo que es más importante, una aportación económica que se presume cuantiosa, por más que esté sin valorar, confía en que pronto se recupere la normalidad en el cementerio, dado que tiene el apoyo absoluto del Arzobispado y del Ayuntamiento de Siero, y cabe esperar que los vecinos pongan algo de su parte.
Tras la reunión de hoy, se buscará el entendimiento entre los vecinos y el Arzobispado para tomar cuanto antes un acuerdo y empezar a actuar.