Un arquitecto municipal presento un informe en 2013 desestimando la instalación de un crematorio de Pola de Siero
Un informe técnico de Urbanismo, realizado por un arquitecto municipal, desaconsejaba al Ayuntamiento de Pola de Siero (Asturias) en enero de 2013 que «desde el punto de vista urbanístico no cabe autorizar la ampliación para instalar un horno crematorio» en la calle Maestros Martín Galache.
El documento oficial del técnico municipal avala las argumentaciones que defiende la Plataforma Anticrematorio, constituida por vecinos de Siero en contra de las pretensiones de Funerarias Meana y Funerarias del Nalón, y se convierte en un balón de oxígeno para los integrantes de este movimiento social.
En su informe advierte de que no se dan las condiciones, desde el punto de vista urbanístico, para la ampliación en 77 metros cuadrados del edificio. Esta ampliación supondría un incremento patrimonial del predio y, por tanto, según explica, «la actuación ha de entenderse no asumida dentro del marco de un sistema de actuación por compensación que describe como prioritario el Plan General para los desarrollos de suelo».
Actividad peligrosa
La Plataforma rechaza la ubicación de los crematorios tanto por razones de salud como por incumplir la distancia mínima de 500 metros de la zona de viviendas en un perímetro donde se encuentran centros académicos y un centro de salud, con una población muy vulnerable. El informe se remite al reglamento de Policía Sanitaria Mortuoria en el Principado y el de actividades molestas, insalubres, nocivas y peligrosas que regulan este tipo de actividades y en su articulado establece una distancia de 2.000 metros a contar del núcleo más próximo de población agrupada.
Juan Rabanilla es muy explícito. El crematorio está clasificado como actividad «potencialmente contaminadora de la atmósfera, nociva y peligrosa para la salud de las personas y el medio ambiente con emisiones de dioxinas, furanos y metales pesados, especialmente -añade- mercurio procedente de las amalgamas de los empastes bucales». Unos compuestos químicos que son catalogados «como cancerígenos y bioacumulables».
Sin embargo, la empresa establece «como no podía ser de otra forma», apostilla el arquitecto técnico, que los gases producidos en la cremación son «totalmente transparentes y están exentos de olores, no siendo necesario adoptar medidas complementarias de depuración de gases o filtrado de partículas».
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