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Actualizado: 23/11/2024
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Restauran el óleo del siglo XIX usado como registro funerario y conocida como “rueda de la muerte”

Restauran el óleo del siglo XIX usado como registro funerario y conocida como “rueda de la muerte”

Vía: Milenio Digital

El óleo sobre madera Alegoría de la muerte es restaurado por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de la Ciudad de México, quienes lo sometieron a una serie de análisis, entre ellos una prospección con georradar para identificar los daños de su estructura.

La pieza fue utilizada como registro funerario en la primera mitad del siglo XIX; es conocida como ‘rueda de la muerte’ y es una obra única porque hasta el momento no se ha encontrado otra similar, destacó Mitzy Quinto, restauradora y responsable del proyecto.

«En el centro de la pieza, donde están los meses del año, hay distintas capas de papel sobre las que se anotaban los nombres de los fallecidos; también presenta leyendas que hacen referencia a los lugares donde perecieron, esto nos habla de su uso como registro mortuorio», resaltó.

Detalló que se trata de un registro circular decorado, del cual, hasta el momento, se han identificado, mediante estudios con luz ultravioleta y espectrografía infrarroja, los nombres tres mujeres y seis hombres, y las fechas de sus fallecimientos, las cuales fluctúan entre 1818 y 1854, es decir, la primera mitad del siglo XIX», indicó la experta.

Su iconografía, es muy peculiar, «porque presenta las 12 horas relacionadas con los 12 meses del año y una serie de cráneos intercalados ataviados con distintos atributos, como coronas de reyes, monjas coronadas y otros que no tienen ningún adorno, lo que indica que ricos y pobres vamos a morir. Es un ciclo en donde lo mismo comienza la vida que llega la muerte».

Los meses del año eran reutilizados, una vez que estaban llenos se cubrían con otro papel o se arrancaban, lo cual se logró saber mediante los análisis microscópicos en los que aparecen los restos de las fibras del papel. Cada vez que se agregaba un nuevo nombre, la tabla era desmontada, probablemente de un retablo mayor, lo que ocasionó que se debilitara, abundó Mitzy Quinto.

La obra pertenece a la colección del Museo Nacional de las Intervenciones y está pintada al óleo sobre una madera de pino de 7 milímetros de espesor en la parte más gruesa. Sus dimensiones son de 1.18 metros de base por 74 centímetros de altura. Originalmente estaba compuesta de dos tablones unidos por fragmentos de lino en el anverso y el reverso.

El estudio con el georradar ayudó a los restauradores «a conocer la estructura interna de la obra, porque se trata de una madera muy porosa y delgada; el análisis les permitió conocer los espacios vacíos que dejaron los insectos que se albergaron en su interior», indicó el doctor José Ortega, investigador del Laboratorio de Geofísica del INAH.

Añadió que es la primera vez que se usa dicha tecnología en una pintura sobre tabla tan delgada. «El análisis mediante georradar trabaja con ondas electromagnéticas, y éstas tienen una amplitud determinada; se tuvo que aumentar el espesor de la obra para obtener la reflexión que permitió identificar las cavidades dentro de la madera».

Sobre el estado de conservación de la pieza, Mitzy Quinto señaló que el ataque de los insectos xilófagos ocasionó su debilitamiento, por lo que fue primordial estabilizarla. Asimismo, antes de ser intervenida también fue sometida a estudios de microscopía electrónica de barrido, rayos ultravioleta, análisis químico de la estratigrafía e identificación taxonómica de los materiales orgánicos: madera y fibras.

La investigadora indicó que con el estudio químico se determinó que la capa pictórica es muy delgada y carece de barniz, además su capa de preparación blanca apenas es visible, lo que coincide perfectamente con su periodo histórico, al haber sido creada en una época tanto de cambios técnicos en la factura, como sociales relacionados directamente con la Guerra de Independencia.

La restauradora destacó que por los datos y la iconografía que presenta la tabla se deduce que perteneció a una parroquia donde se brindaban servicios religiosos al público, pero aún no se ha determinado a qué iglesia, debido a que la pieza hace referencia a dos templos: el de Nuestra Señora Santa Teresa la Nueva y de la Santa Veracruz, ambas en el Centro Histórico de la Ciudad de México, por lo que se presume que los fallecidos consignados en la obra pictórica pertenecieron a esa comunidad religiosa.

La tabla está en la etapa final de su intervención, por lo que pronto regresará al Museo Nacional de las Intervenciones. «En esta fase, se realizará una vitrina que estará diseñada para preservarla dentro de un ambiente controlado», finalizó la restauradora.

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