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Actualizado: 21/11/2024
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La huella británica en Huelva: minería, arquitectura…y crematorios

La huella británica en Huelva: minería, arquitectura…y crematorios

Vía: Fermín Cabanillas / El diario

Los cementerios son parte de la cultura tanto como la muerte es parte de la vida. Para los amantes de los edificios o la historia, un cementerio puede ser un sitio tan interesante de explorar como un museo, aunque hay algunos de estos lugares sagrados que, por la instrahistoria que encierran, destacan entre la mayoría. Es el caso de los cementerios que atestiguan la presencia de los británicos en la provincia de Huelva desde el siglo XIX. En total, son tres y se ubican en Huelva capital y en las localidades de Tharsis y Minas de Riotinto. Su conservación no es como para presumir. Solo sobre el cementerio de Minas de Riotinto hay planteado un plan de rehabilitación.

El camposanto de Huelva capital es una instalación privada, propiedad de la Iglesia anglicana, aunque el obispo anglicano Carlos López-Lozano pidió en 1999 que el Ayuntamiento se hiciese cargo del mismo. Las prometidas labores de mantenimiento están en el olvido y a nadie parece preocuparle el estado de este espacio de alto valor patrimonial.

La historia de este camposanto se inicia en 1868, cuando el vicecónsul británico pide un cementerio propio para sus compatriotas. En 1885 consigue que les permitan hacer un cementerio anexo al católico, que entonces se encontraba en lo que hoy es la Avenida de Andalucía de Huelva. El traslado del cementerio de Huelva en 1927 a su actual ubicación, (entonces a tres kilómetros y medio del casco urbano) abarcó también el del británico, que se ubicó en un flanco del camposanto católico, donde hoy día permanece, aunque las visitas al mismo son equivalentes al cuidado del que disfruta.

Legado en la provincia
En Tharsis, entidad local perteneciente al Ayuntamiento de Alosno, el cementerio inglés fue objeto de un programa de rehabilitación en 2009. Allí se encuentran los restos de algunos de los responsables de The Tharsis Sulphur & Copper Company Limited.

Se levantó a imagen y semejanza de un camposanto británico, y presenta dos espacios diferenciados por gruesos muros de mampostería, realizada con piedra. La web municipal destaca que «la belleza de este cementerio, sus pequeñas dimensiones que lo hacen de cierto aire romántico, la hiedra que lo envuelve y los enterramientos con nombres foráneos, causan una sensación de mezcla entre tristeza y belleza».

El tercer cementerio británico, el único que está sometido a unos mínimos cuidados, se encuentra en la misma localidad de Minas de Riotinto, donde los británicos fijaron su vista para explotar sus minas hace 200 años. El origen de este camposanto hay que buscarlo en la Rio Tinto Company Limited (RTCL), que levantó en Riotinto, a la vez que explotaba sus minas, su propio cementerio, su propio barrio, Bellavista y su iglesia presbiteriana, con los primeros enterramientos datados en 1877.

El cementerio cuenta con 56 tumbas, 47 protestantes y nueve católicas, estas últimas ubicadas en la ampliación que se realizó en 1931. El paso del tiempo ha hecho que se pierdan algunas de sus joyas, como la capilla en memoria de Robert Russell, fallecido en 1935 en Inglaterra, y que fue el jefe del departamento de las minas entre 1889 a 1927. A Russell se le atribuye un pionero equipo de radiografías que el propio Santiago Ramón y Cajal vio funcionar, y fue nombrado Hijo Predilecto de Riotinto en 1921, aunque su capilla, como buena parte del cementerio, han desaparecido.

La reforma que se inició el año pasado busca no solo que sea visitable, sino también que se aseguren sobre todo los muros exteriores, levantados con materiales demasiado endebles, y que han terminado siendo vencidos por la maleza en algunos puntos. La reforma que encabeza el Ayuntamiento le quiere devolver a este camposanto una vida que, irónicamente, siempre tuvo.

Mal cuidados
Lo que sí está claro es que a pesar de la importancia de este legado, su estado de conservación, al menos exceptuando el de Tharsis, deja mucho que desear. Sobre ello reflexiona la Doctora en Historia de la Universidad de Huelva Consuelo Domínguez, autora de In living memory, libro en el que recoge la historia de estos cementerios.

«Llegar al de Riotinto es como atravesar una selva», explica la profesora, que este verano impartía precisamente un curso en la Universidad Internacional de Andalucía sobre el legado británico en Huelva. A este camposanto se llega a través de un camino lateral del pueblo prácticamente intransitable incluso a pie. El acceso al de Tharsis es más sencillo, e incluso se ve al llegar al pueblo, en la zona conocida como Camino de Vulcano. El de Huelva capital está anexo al cementerio católico, y solo hay que pedir el acceso en la oficina del cementerio principal, pero al entrar «se aprecia lo descuidado que está».

No obstante, la docente señala que en noviembre se ha entregado un informe de un equipo de arquitectos para restaurar el de Riotinto, un año después de que el Ayuntamiento presentase la iniciativa de su rehabilitación.

Explica, además, que «el de Huelva capital es el más interesante de los tres, con más 3.000 metros cuadrados, mientras que los otros dos no llegan a 400», pero sobre todo anima a ir a verlos, «para apreciar la diferencia de la cultura respecto a la muerte entre el mundo anglosajón y los católicos. En España entrar en un cementerio es ir a ver la muerte, pero en estos hay una sensación de paz y contacto con la naturaleza».

El libro de Consuelo Domínguez desvela además un dato muy poco conocido, ya que eran cuatro en realidad los cementerios británicos en Huelva, pero del que existía en Valverde del Camino solo queda un lienzo de uno de sus muros y una tumba.

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