Arqueólogos buscan en la Cueva de la Cucaracha datos importantes sobre el mundo funerario de los benahoaritas
Los miembros del equipo de la excavación arqueológica que se inició el pasado 27 de diciembre en la Cueva de La Cucaracha, en el término municipal de la Villa de Mazo, (Tenerife), esperan hallar en este yacimiento «datos importantes» del mundo funerario de los benahoaritas. (Antiguos habitantes aborígenes de la isla de La Palma, Canarias).
La directora del proyecto, Nuria Álvarez, destaca que se están encontrando restos óseos de los primeros pobladores de la Isla y fragmentos de cerámica “muy interesantes”. Resaltó que mucho de este material “está quemado”.
Nuria Álvarez señaló que los trabajos del equipo, formado por siete personas, “marchan a buen ritmo”. Hasta la fecha, dijo, han llevado a cabo “una cata de dos por uno” que han dividido en diferentes cuadrículas de 50 centímetros. Apuntó que “está apareciendo, sobre todo, material revuelto porque”, explicó, en esta zona, “en los años 60, se excavó, aunque no se hizo una recogida adecuada”, por lo que “muchos restos están desperdigados por el suelo”. Los trabajos tienen un periodo de ejecución de ocho meses a partir de su fecha de comienzo.
Indicó que, en estos momentos, “es complicado” realizar valoraciones. Todo el material, comentó, será estudiado en el laboratorio. «Hay restos», señaló, «tanto de hombres como de mujeres de prácticamente todas las edades pues hemos encontrado huesos de niños y adultos seniles”. Probablemente, añadió, La Cucaracha “es un reflejo de la población que había en este entorno”, pero, detalló, hasta que no sea todo analizado detenidamente, no se sabrá “si es así”.
Por su parte, Jorge Pais, jefe de la Unidad de Patrimonio Histórico del Cabildo y componente del equipo de excavación que dirige Nuria Álvarez, destacó asimismo que se están encontrando numerosos huesos de los primitivos moradores de La Palma, fragmentos de cerámica y alguna pieza lítica “muy interesante, así como restos de industria ósea, como punzones”. No obstante, subrayó Pais, “ahora mismo hay más dudas que certezas”. El yacimiento aborigen de La Cucaracha, por sus características, resaltó, “en La Palma es único y puede aportar datos muy importantes del mundo funerario de los benahoaritas”. Alegó que “únicamente por el hecho” de que en este asentamiento de los antiguos habitantes de la Isla “se practicara la cremación», el mismo «resulta súper interesante”.
Sobre este aspecto, subrayó, en La Palma, “nunca” se ha realizado “una excavación o, por lo menos, nunca han sido publicados sus resultados”. Al efecto precisó que “de la momia del Espigón solo tenemos sus restos, pero no se sabe cómo se hizo” el sondeo y “ni siquiera hay fotos” de los trabajos de aquella prospección arqueológica.
La excavación en La Cucaracha, en la montaña de Las Tabaibas, en Villa de Mazo, está financiada íntegramente con 10.000 euros por el Cabildo de La Palma. La consejera insular de Cultura y Patrimonio Histórico, María Victoria Hernández, en un comunicado, destacó el mes pasado que estos trabajos ha sido autorizados por “la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias al tratarse de la primera excavación de este tipo que se realiza en la Isla después de casi 30 años (la última fue en 1987, en el yacimiento de El Tendal, en San Andrés y Sauces)”.
La consejera resaltó que esta excavación podría arrojar luz sobre «una gran incógnita»: saber si el yacimiento localizado en La Cucaracha “se corresponde realmente con una necrópolis o bien con cuevas-habitación”.
En marzo de 2012, se añadía en el comunicado, “María Victoria Hernández también impulsó la difusión de los misterios alrededor de La Cucaracha al exhibir en el Museo Arqueológico Benahoarita una roca de lava con incrustaciones de restos humanos y microfauna, cuya edad aproximada se estima en 1.090 años y hallada en ese lugar en una excavación realizada en 1963”. En la roca “se aprecian fragmentos de mandíbula, costillas, diáfisis de huesos largos y tejido esponjoso”. La composición química del bloque lávico, así como la datación, coinciden con la erupción de La Malforada-Nambroque, situado en la dorsal de Cumbre Vieja, ocurrida en torno al año 1050. Este dato implica que la roca habría sido trasladada desde la Cumbre a la cavidad de La Cucaracha, separados por unos nueve kilómetros en línea recta.
La excavación de Nuria Álvarez y su equipo podría despejar “las hipótesis sobre el traslado de esa roca a La Cucaracha: si bien estamos ante restos de personas fallecidas en sus cuevas-habitación durante la erupción, o bien si se trata de restos de una necrópolis sepultada por la lava”.
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