Cementerios en el Limbo
El cementerio que se observa en la fotografía, situado en el concello coruñés de Bergondo, contiene varias decenas de nichos y, sin embargo, no existe oficialmente para la Administración. Podríamos decir que es un cementerio fantasma, pues cuando alguien se interesa por él en el registro de la Consellería de Sanidade, la respuesta que obtiene es que no hay constancia del camposanto. De hecho, el suelo en que se emplaza está reservado a uso agrario, cuando debería tener una calificación específica.
El caso de Bergondo no es en absoluto excepcional. La Xunta aprobó un decreto a finales del año pasado para poner en regla los 2.500 cementerios ilegales de Galicia, si bien no todos los casos se corresponden con un uso indebido o con el limbo documental.
En la parroquia de Bergondo funciona correctamente el que es propiedad de la iglesia, aunque ya no tiene espacio para nuevos nichos. Solo caben hoy los enterramientos en los panteones que ya existen. En 1995, el propio Concello habilitó un terreno anexo donde gestionó otro camposanto en el que se levantaron varios panteones -los que pueden verse en la imagen-, producto de cierta precariedad normativa, pues hasta 1998 no aparecería la ley que reguló las necrópolis. El terreno en el que se ubican esos nichos es enorme (el prado de la foto), pero es impracticable, pues la ilegalidad del cementerio no permite erigir más por ahora.
A esto se suma el problema de que en Bergondo no hay donde enterrar a los muertos «y algunas personas ya han tenido que irse a A Coruña para hacerlo», explica Silvia Vázquez Cardelle, la concejala de la oposición (PP) que hizo pública la situación en el municipio.
Para poner el asunto en regla, el Concello tendría que legalizar el cementerio municipal, empezando por el cambio de uso del terreno. «Pero no se puede legalizar lo que no existe», observa Vázquez Cardelle.
La situación se repite en necrópolis de otras parroquias del municipio: «En Ouces hay una ampliación de los vecinos que ni se sabe cómo está, y Guísamo tiene una pequeña parte municipal que podría tener un problema semejante», resume la concejala.
Para la alcaldesa de Bergondo, la socialista Alejandra Pérez Máquez, no se trata de una cuestión exclusiva de Bergondo. «Desconozco con detalle el decreto de la Xunta, pero no tenemos nuestros cementerios mejor ni peor que el 90 % de los concellos gallegos, porque esto ocurre en todos los ayuntamientos rurales. Si hay forma de legalizarlos, seguro que lo haremos, pero mucho me temo que no va a ser tan fácil», avanza.
Para Silvia Vázquez, la realidad de Bergondo, como la de otros municipios de Galicia, supone «un engaño a los vecinos que compraron nichos en una instalación que no existe». Cada panteón (de varios nichos) costó 363.200 pesetas en 1995. Por eso, insta al Concello a resolver la situación antes de la aprobación de un PXOM que pueda complicar los trámites.
Control de apertura y cierre
Poner al día las necrópolis parroquiales no es tarea sencilla. La normativa exige ahora instalaciones específicas, como una sala de autopsias, o un espacio libre de 50 metros de ancho en todo el perímetro. Son condiciones que no se le van a exigir, obviamente, a los cementerios antiguos, pero sí a los que se creen en lo sucesivo y, obviamente, a aquellos que los concellos quieran regularizar. Ponerlos al día obligaría además a controlar la apertura y el cierre, y a hacer un registro de entrada de difuntos.
Las inversiones requeridas imposibilitarán en muchos casos el tránsito a la legalidad, pero todo dependerá de la presión que ejerza la Xunta. «Claro, con el decreto en vigor, la Administración empezará a revisar antes o después -dice Silvia Vázquez-, y si el cementerio está en un terreno destinado a uso agrario, lo normal es que haya una sanción. Es como el catastro».
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