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Actualizado: 25/11/2024
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Unos científicos han constatado que la necrópolis de El Collado en Valencia es la más antigua de la península

Unos científicos han constatado que la necrópolis de El Collado en Valencia es la más antigua de la península

Vía: Efe

Hace unos 9.500 años, las últimas comunidades de cazadores-recolectores que ocupaban la Península Ibérica comenzaron a enterrar de forma sistemática a parte de sus congéneres en cementerios. Ahora, un grupo de científicos ha constatado que la necrópolis de El Collado en Valencia es la más antigua.

Esta es la principal conclusión de un estudio que publica la revista Plos One a partir de la datación de los restos óseos de diez de los 15 individuos enterrados en esta necrópolis. Los restos óseos tienen una antigüedad comprendida entre los 8.500 y 9.500 años, y su análisis “rompe con la idea de que los primeros cementerios ibéricos fueron los asentados en los concheros portugueses, como los ubicados en los estuarios de los ríos Tajo y el Sado”, según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El empleo de este espacio con fines sepulcrales coincide con otros yacimientos mesolíticos en Europa, como los de Vedbaek (Dinamarca), Skateholm (Suecia) o Téviec y Hoëdic (ambos en Francia). Hace unos 9.500 años, las últimas comunidades de cazadores-recolectores que ocupaban la Península Ibérica comenzaron a enterrar de forma sistemática a parte de sus congéneres en cementerios, un hábito que se vincula a la progresiva sedentarización de estas sociedades y a un cambio significativo en la relación de sus territorios con las actividades económicas.

Según las dataciones por carbono 14 mediante espectrometría de masas, los restos más antiguos fueron enterrados en el sector sur y los más recientes en la zona norte. Para el investigador del CSIC Juan Francisco Gibaja, de la Institución Milà i Fontanals, “es significativo que la mayor parte de estas sepulturas no se superpongan ni se corten unas a otras, lo que indica que posiblemente se empleó algún tipo de señalización para indicar las inhumaciones, que era reconocida y respetada mientras se mantuvo la función funeraria de este lugar”.

Los datos antropológicos apuntan a que cuatro son mujeres y siete hombres, otros dos probablemente hombres y los dos restantes un adolescente y un recién nacido de los que no se ha podido determinar el sexo. Las dislocaciones documentadas permiten inferir que algunos de ellos fueron enterrados en algún tipo de sudario, saco o con algunos de sus miembros atados.

“Hasta hace poco, las dataciones relativas a un conjunto funerario solían limitarse a unos pocos individuos en el mejor de los casos, ya que en muchas ocasiones se solían realizar dataciones indirectas, es decir, de elementos vinculados al individuo enterrado, pero cuya antigüedad podía no corresponderse necesariamente con el evento funerario”, según Xavier Terradas, investigador del CSIC en la Institución Milà i Fontanals (Barcelona).

“Por ello, nosotros hemos tomado muestras directamente de los huesos humanos de los 10 individuos”. El yacimiento es además un depósito de conchas, relacionado con el consumo de moluscos por estas comunidades, que vivían a menudo cerca del mar o de los estuarios.

“A veces inhumaban a sus muertos en estos mismos lugares. Estos moluscos tenían una función de subsistencia, pese a que en algunas ocasiones se hayan utilizado especies concretas con fines ornamentales”, indica Terradas.

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