Un grupo de arqueólogos españoles descubre los secretos de Pompeya
Gracias a las excavaciones y a la restauración que realizan arqueólogos españoles, la necrópolis de Porta Nola formará parte del itinerario de Pompeya. Los descubrimientos realizados son importantes, como la edad que corresponde al hombre cuyos huesos se encontraron en la tumba de Obellius Firmus: 60 años, una edad avanzada, teniendo en cuenta que la vida media para los hombres era de 40 años en esa época y 35 para las mujeres.
-El estudio de la necrópolis les ha permitido también ampliar conocimientos sobre las costumbres y estilo de vida de los habitantes de Pompeya. ¿Qué han descubierto?
-Dentro de la tumba de Obellius Firmus encontramos, como le decía, huesos de una persona de unos 60 años, que había estado bien alimentado y con buen nivel de vida. Hemos comprobado que tenía una serie de patologías, como la hiperostosis difusa, que se relaciona con la obesidad, con dietas ricas en proteínas. Comían carne en abundancia, incluso con el consumo de alcohol.
-Antes de la erupción del Vesubio, en el 79 d.C., hubo una serie de terremotos, y algunos ciudadanos abandonaron la ciudad. ¿Cuántas personas habría antes de la erupción?
-Hay muchas incógnitas. No sabemos cuántas personas se quedaron en la ciudad. El numero de cuerpos encontrados hasta ahora es de unos 1150. Pensamos que muchos salieron momentos antes de la erupción, ya prevenidos por el terremoto.
-Profesor Llorenç Alapont, ¿en qué consistían los ritos de cremación?
-Eran muy complejos. Hemos encontrado una moneda depositada en el exterior de una urna en perfecto estado de conservación, y en cambio en otra urna hemos descubierto una moneda que estaba quemada, se quemó con el difunto. Esto indica que había un rito, una oferta por parte de los vivos a los dioses para que el difunto tuviera un buen viaje hacia el otro mundo y ellos no se vieran afectados por ninguna consecuencia maléfica de la muerte. Hay otras ofrendas que las realiza el propio difunto: la moneda quemada sirve para su tránsito a una nueva vida después de la muerte.
-En una sociedad tan jerarquizada como la romana, ¿qué diferencias había entre ricos y pobres en el ritual de cremación?
-Se necesitaba el tener una posición adinerada para la cremación: se debía contratar unos servicios funerarios que se encargaban de la procesión del muerto, llevar la antorchas en la procesión, contratar a las mujeres que lloraban, y había que controlar la pira funeraria, porque era peligrosa. Debía estar mucho tiempo encendida para alcanzar temperaturas muy altas y quemar los huesos.
Se hacían fuera de la ciudad, porque se conocen casos de piras funerarias que se expandieron y quemaron barrios enteros. Para realizar este ritual de la cremación se necesitaba un cierto nivel de poder adquisitivo. En la tumbas pobres, la cremación era residual o diferente a la de los ricos. Encontramos casos de inhumación, porque era mucho más barata y fácil de realizar que la cremación. Hemos sido afortunados porque hemos encontrado la inhumación de un niño entre 3 y 6 meses. Los niños tan pequeños, a los que no les habían salido los dientes no podían ser quemados en hoguera funeraria.
-¿Cómo se afrontaba el hecho trascendental de la muerte?
-El momento de la muerte era uno de los más importantes de la vida, porque se debía hacer un tránsito, una serie de ritos, para conseguir que el hecho funesto, desgraciado, de que un familiar muriera, pudiera ser superado por los vivos. Los ritos debían ayudar en la separación de ambos mundos, el de los vivos y el de los muertos. Los vivos necesitaban superar el hecho de que una persona querida no se iba a ver nunca más.
-¿Qué relación había entre la comunidad y la necrópolis?
-Una relación casi mimética: gracias a los estudios de las necrópolis, la ciudad de los muertos, vemos que se trata de una representación exacta, es decir, los que son ricos en la ciudad, los que tienen las casas más potentes, poseen también las tumbas más lujosas. Los que quieren mostrar su nivel alto, sitúan las tumbas delante de las puertas de las murallas, de forma que todo el mundo que acceda a la ciudad pueda observar el monumento funerario o leer las inscripciones. Era la mejor forma para preservar la memoria del difunto.
-¿Hay mucho aún por descubrir en Pompeya?
-Gran parte de Pompeya está aún sin excavar. Mucho falta aún por descubrir. Pero lo más importante no es la extensión, sino la calidad de la investigación. Se excavó mucho a finales del siglo XVIII y principios del XIX, pero eso no tiene nada que ver con el tipo de excavación y documentación que se hace en estos momentos, con nuevas técnicas e instrumentos.
-¿En qué se diferencia esta necrópolis de Porta Nola del resto de las excavadas en Pompeya?
-La de Porta Nola es completamente diferente a las otras exploradas en Pompeya en las que solo se encuentran sepulturas de ricos. En Porta Nola, además de las tumbas situadas en la muralla, que existen solo en esta necrópolis, hay también una serie de sepulturas únicas dedicadas a los soldados pretorianos.
El superintendente de Pompeya, Massimo Osanna, ha valorado muy positivamente este proyecto de investigación y sus descubrimientos. El grupo español, coordinado también, además de Llorenç Alapont, por Rosa Albiac, del Museo de Prehistoria de Valencia, continuará con el proyecto de investigación durante tres años, al término de los cuales hará una población monográfica y una exposición de la necrópolis. Gracias a estas excavaciones y a la restauración que se realiza de los monumentos funerarios, Pompeya recupera un nuevo espacio en su itinerario: la necrópolis de Porta Nola.