«Últimas voluntades», «manifestaciones anticipadas» o «testamento vital»
Grupo Mémora y Serveis Funeraris de Barcelona convocaron, ayer martes 20 de octubre, un encuentro con periodistas en Barcelona para tratar sobre “El Testamento Vital, un nuevo paradigma en la planificación y atención del final de la vida”.
Sólo cuatro de cada mil españoles han registrado su testamento vital o documento de voluntades anticipadas para dejar por escrito cómo quieren ser tratados médicamente cuando llegue al final de sus días o se encuentren en situación de no ser capaces de expresarlo personalmente.
El documento, que en la ley estatal se llama «de instrucciones previas» y en las comunidades autónomas recibe nombres diversos, como «últimas voluntades», «manifestaciones anticipadas» o «testamento vital», sirve para que personas mayores de edad y en sus plenas facultades mentales pueda dejar por escrito instrucciones los cuidados y el tratamiento de su salud o, una vez llegado el fallecimiento, sobre el destino de su cuerpo o de sus órganos.
El doctor especialista en Medicina Legal y Forense, Josep Arimany, ha explicado a los periodistas de Barcelona que este documento «es un gran desconocido» para la población y también para gran parte los profesionales sanitarios, y ha defendido su utilidad y sus bondades.
Arimany, que ha criticado que el documento reciba nombres diversos según la legislación de cada comunidad autónoma, «lo que genera confusión», ha defendido que registrar el documento «genera buena práctica clínica, ayuda a descargar de decisiones a las familias, aporta seguridad ética y jurídica y disminuye el riesgo de decisiones erróneas», entre otros beneficios.
«Es una lástima que las administraciones no hagan más difusión y publicidad de este tema, que es un derecho de los pacientes y es un deber cumplirlo para los profesionales», ha dicho Arimany, que ha expuesto los últimos datos estatales sobre el registro de testamentos vitales.
Según datos del Registro Nacional de Instrucciones Previas del Ministerio de Sanidad, donde se registran todos los testamentos vitales, a octubre de 2015 un total de 192.976 españoles habían escrito sus voluntades anticipadas, es decir, 4,13 por cada mil habitantes. Y son el doble de mujeres que de hombres los que han formalizado este documento, 111.686 mujeres y 68.008 hombres, la mayoría con edades superiores a los 51 años.
Por comunidades autónomas son los catalanes, con un 7,73 por mil los que más utilizan el documento de voluntades anticipadas -la comunidad catalana fue la pionera en implantarlo en el año 2000-, y los extremeños, con sólo 1,26 por mil, son los que menos utilizan y conocen esta posibilidad.
Estas cifras, según ha destacado Arimany, están muy lejos de países como Gran Bretaña, Finlandia, Dinamarca o Estados Unidos, donde entre un 40 y un 60 % de la población deja por escrito sus deseos para tratamientos médicos en su futuro.
Según establece la ley estatal de 2002, la efectividad de este derecho del paciente exige que el documento de instrucciones previas, independientemente del lugar en el que haya sido formalizado, pueda ser conocido precisa y oportunamente por los profesionales de la salud a los que, en su momento, corresponda la responsabilidad de la asistencia sanitaria.
Arimany ha destacado que el documento de instrucciones previas se basa en el respeto a la autonomía de las personas para que puedan decidir sobre aquellos cuidados y tratamientos que desean recibir o no en el futuro si se encuentran ante una determinada circunstancia o, una vez llegado el fallecimiento, sobre el destino de su cuerpo o de sus órganos.
«No solo permite al paciente influir en las futuras decisiones asistenciales, sino que facilita a los profesionales de la salud la toma de decisiones respetuosas con la voluntad del enfermo cuando este no tiene ya capacidad para decidir por sí mismo», según el objetivo del documento, que la compañía funeraria Mémora ha decidido promocionar para que los ciudadanos puedan también dejar por escrito si quieren ser incinerados o enterrados.
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