El Cementerio del Bosque de Estocolmo, declarado Patrimonio de la Humanidad por su diseño y paisaje
En el Cementerio del Bosque, en Estocolmo (Suecia), hay una tienda de regalos en la que se puede comprar té negro con sabor de fresas silvestres, miel o aceite de baño con aroma a pino. Cada producto viene con el rótulo y foto del cementerio, garantizando que fue hecho a partir de lo que crece en un predio que cuenta con cien mil tumbas.
El Skogskyrkogården (en español Cementerio del Bosque), está ubicado al sur de la capital sueca y es desde 1994 Patrimonio de la Humanidad, declarado así por la Unesco en razón del perfecto ensamble entre un diseño considerado obra maestra de la arquitectura moderna y el paisaje natural, donde este último ocupa un protagonismo primordial.
Lugareños y turistas disfrutan cotidianamente de un espacio verde, que cuenta con abras inmensas, colinas, bosques, senderos con fuentes, capillas y edificios admirados por especialistas y profanos. Caminar -los jóvenes corren-, leer o tomar sol en verano o simplemente ver derretirse la nieve los mediodías de invierno puede hacer que la vida cobre más vida en un entorno destinado a la muerte.
Frente a la necesidad de contar con un nuevo cementerio las autoridades suecas llamaron a un concurso internacional cuyo resultado tuviera la originalidad de respetar el paisaje subyacente y dejar de lado lo que era habitual en aquellos tiempos: parques grandiosos, avenidas arboladas y lápidas impresionantes creando así un inequívoco culto mortuorio.
Tiempo antes el austríaco Adolf Loos afirmaba que la ausencia de decoración era un signo de fuerza intelectual propio de las civilizaciones avanzadas. En esa línea parecían encaminarse los suecos. Al año siguiente se concedió el primer premio a los arquitectos Gunnar Asplund y Sigurd Lewerentz -ambos de 30 años- dedicándose el primero al diseño de los edificios y el segundo al paisaje natural. Los trabajos se iniciaron en 1917 y continuaron por muchos años, destacándose la inauguración del Crematorio con sus tres capillas -las de la Fe, la Esperanza y la Santa Cruz- en 1940. El arquitecto Asplund fue enterrado en su propia creación poco después de culminarla.
Para llegar al Cementerio del Bosque hay que tomar la línea verde del metro de Estocolmo en dirección a Farsta Strand y bajar en la parada Skogskyrkogården. A unos metros de la salida a través de un túnel hay una señal que indica la entrada. Está abierto las 24 horas del día y el ingreso es gratuito. También hay visitas guiadas en siete idiomas (entre los que está el español) que deben reservarse a través del Museo Medieval en Estocolmo, pagando 100 coronas suecas, unos 11 dólares. La Stockholm Card sirve para una guiada.
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