Una tesis sostiene que el Templo de Santa Eulalia de Bóveda fue un templo funerario en honor a Dionisio
El templo de Santa Eulalia de Bóveda (a 14 kilómetros de Lugo) arrastra desde su hallazgo (en 1914) el apelativo de «monumento enigmático». Decenas de arqueólogos e investigadores del arte de todo el mundo han expuesto durante un siglo sus variadas interpretaciones sobre el sentido y el origen de esta joya cuyo origen se sitúa en los siglos III-IV, pero nunca se había presentado una tesis doctoral, un trabajo que intentase recopilar todo lo hasta ahora descubierto con el fin de ofrecer un nuevo avance en su análisis.
Después casi tres lustros de investigaciones, el historiador vigués Enrique Montenegro Rúa acaba de defender en la Universidad Autónoma de Madrid su tesis (de más de mil folios), en que expone una crónica del monumento y comenta las diversas lecturas acerca del templo para concluir en el 2016 que se está ante un edificio funerario de carácter dionisíaco. «Una revisión arquitectónica, pictórica, escultórica y epigráfica confirman los argumentos de los que defendieron que nos hallamos ante un edificio de enterramiento, y me atrevo a decir que de un seguidor de Dioniso».
Para Montenegro, las claves que argumentan su tesis se basan especialmente en los hermosos frescos de Bóveda: «La naturalidad de las aves, las pinturas vegetales, los sarmientos nuevos y viejos de la vid entrelazados, en cada nave una vid… hacen referencia a Dioniso y hay ejemplos en otros enterramientos dedicados a este dios en el Imperio».
Históricamente se defendieron dos opciones para definir Santa Eulalia: por un lado, la de un edificio de carácter pagano, y por otro, un templo paleocristiano. Las investigaciones de las últimas tres décadas descartaron la segunda opción, aunque más tarde sí se «cristianizó».
Pero las interpretaciones sobre el uso pagano de Bóveda han sido diversas y propugnadas por los mejores arqueólogos de Europa. Las más extendidas (aunque hubo aportaciones «asombrosas y poco científicas», dice Montenegro, en referencia a la sostiene que se dedicó a la diosa Cibeles) fueron las que apuntaban a un «ninfeo» o culto a las divinidades del agua, un espacio con propiedades curativas de sus aguas o un lugar de enterramiento pagano, tesis que arranca en 1935 gracias al estudio del alemán Helmut Schlunk.
Ahora Montenegro expone esta interpretación de un edificio funerario similar a otros localizados en el Mediterráneo oriental, concretamente en el sur de Rusia, en Siria o en Isnik (Turquía), y anota el fin último por el que pudo ser levantado: el templo funerario de un seguidor de Dioniso, el dios de la mitología clásica de la vendimia y el vino.
Aun así, explica Enrique Montenegro, se mantendrán otros enigmas sobre Santa Eulalia de Bóveda. «La duda es saber su ubicación en el entorno. Si fue un monumento funerario independiente, si formaba parte de una villa o era una necrópolis. Alrededor del edificio apenas se ha excavado y hay indicios -dice- de que puede haber más datos de que no era un elemento aislado».
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