Turismo entre tumbas y panteones
El cementerio de La Carriona acoge a los difuntos del municipio de Avilés desde hace más de un siglo así que es normal encontrarse a diario a personas que van a velar a sus muertos, a cambiarles las flores o a adecentar las tumbas. Sin embargo cada vez más es habitual darse de bruces con gente que con cámara en mano -móvil en su defecto- inmortalizan las vistas de los panteones o se hacen selfies junto a alguna de las esculturas más llamativas.
Avilés supo ver hace unos años el potencial del camposanto municipal como un museo al aire libre, no tanto por la relevancia de quienes allí llevan enterrados varias décadas sino por lo espectacular de algunas de las moradas que eligieron para descansar eternamente. Con el turismo funerario cada vez más de moda el de La Carriona ha sabido hacerse un hueco entre este tipo de aficionados y se ha convertido en un referente en Asturias. A finales de 2012 se inauguró el Centro de Interpretación de La Carriona, para servir de apoyo a quienes quisieran conocer las entrañas del camposanto avilesino, y en este tiempo ha recibido más de 15.000 visitas.
El cementerio de La Carriona data de finales del siglo XIX y desde entonces ha evolucionado y crecido al mismo tiempo que su población vecina. De los grandes panteones con los que impresionar a los vecinos se ha pasado a las columnas de nichos que sitúan a todos en igualdad de condiciones ante la muerte. Y es la primera fase del camposanto, donde se encuentran las tumbas de marqueses y comerciantes, donde radica el interés de los aficionados al turismo funerario. Ellos eligieron la avenida principal del camposanto para ubicar sus panteones y es esta zona la más visitadas por los turistas, que cuentan con dos recorridos en que se muestran las construcciones más espectaculares y los personajes más ilustres enterrados aquí.
A partir de una pequeña capilla se van abriendo calles en las que se pueden encontrar las moradas del adinerado Bonifacio Heres, el marqués de Teverga o la marquesa de San Juan de Nieva. Ésta última, con una impresionante escultura de un ángel apuntando hacia el cielo es sin duda una de las más fotografiadas por quienes acuden a La Carriona, pero también una de las que ha dado fama al camposanto como museo escultórico. El año pasado fue elegida en un concurso de la revista Adios Cultural como mejor escultura funeraria española, llevándose el cementerio el tercer premio al mejor camposanto de España.
«Los premios han sido, evidentemente, un hito que ha redundado en el número de visitantes y en el logro de nuestros objetivos», indica Manuel Ángel Hidalgo, responsable de los museos de la ciudad. Desde la apertura del centro de interpretación el número de interesados en el turismo funerario en Avilés ha crecido, aunque en los que va de año han bajado un poco respecto al ejercicio pasado, algo achacable al hecho de que ya no se organizan visitas guiadas, que corrían a cargo de una escuela taller.
En 2015 La Carriona tuvo más de 4.300 visitantes, en el primer semestre de 2016 rozó los 1.500. Cuando se puso en marcha el centro de interpretación del cementerio, único por aquel entonces en el país, se buscaba que «los conciudadanos vieran La Carriona como una joya artística». Ahora forma parte de la Red Europea de Cementerios Significativos, en que se encuentran medio centenar de camposantos europeos. Esto ha hecho que quienes visitan La Carriona no sean sólo asturianos curiosos -que siguen siendo mayoría, sino turistas españoles y de otros países. «Un ejemplo es que cuando llegan cruceros, normalmente ingleses, siempre hay visitantes de esta nacionalidad», explica Hidalgo. No es extraño puesto que en los países anglosajones el turismo funerario está normalizado, a pesar de ser aún incipiente en España.
De La Carriona a «Dr Who»
Del Reino Unido procede también una de las referencias más curiosas que se pueden encontrar en La Carriona. En las tumbas de los más acaudalados residentes del cementerio son frecuentes las esculturas de ángeles y especialmente curiosas las que tienen los ojos tapados porque han sido utilizadas en la serie «Dr Who» para crear unos seres más malvados de la saga de ciencia ficción. Se les conoce como «weeping angels» y para los seguidores de la serie son realmente terroríficos. «No se les debe jamás dar la espalda si no quieres tener un doloroso final», explica Sara Bureba, una vallisoletana asombrada al descubrir en Avilés este tipo de esculturas. Declara que La Carriona «es uno de los lugares que nunca defrauda. Cuando paseas por aquí parece que has pasado a otro mundo, uno en el que es posible creer en los fantasmas, la superstición y la magia; el lugar te transporta a una época en que la muerte se decoraba, no se escondía».
Aunque han trascendido pocas historias terroríficas que tengan lugar en el cementerio de La Carriona hay una que ocurrió en 1993 cuando un anciano acudió al camposanto y pidió a los empleados que prepararan una tumba de su propiedad. Estos creyeron que tenía una enfermedad terminal y que pronto iba a ocuparla, puesto que visitó varias veces el nicho y mostró interés por su mantenimiento. Un día, a primera hora de la tarde, apareció ahorcado en uno de los cipreses del camposanto causando gran impacto entre los trabajadores del camposanto. El suceso participa este año en el concurso de votación popular la revista Adios Cultural como mejor historia documentada acaecida en un cementerio.
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