La Xunta de Galicia ejecutará la sentencia judicial que obliga a demoler los nichos ilegales en el cementerio
La Xunta ha iniciado los trámites para ejecutar la sentencia judicial que obliga a la demolición de un panteón situado en el cementerio parroquial de San Ciprián de Bribes, en Cambre, (La Coruña). La Consellería de Sanidade, en concreto el Servicio Galego de Saúde (Sergas), es la Administración que ha solicitado en el Concello la pertinente licencia municipal dada la «próxima contratación» de los trabajos para derribar los nichos, situados en un panteón que varios vecinos promovieron dentro de la ampliación del cementerio parroquial.
Según consta en el expediente, el derribo de la estructura costará algo más de 26.500 euros y se podrá ejecutar en un plazo de cinco días. De esta forma se dará cumplimiento a una sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) del año 1992 que dictaba la orden del derribo de estos nichos por considerarlos ilegales. El concejal de Obras de Cambre, Juan González Leirós, explicó al respecto que después de 30 años «exigiendo a la Xunta para que demoliera esta construcción, se ha logrado ahora».
Varios requerimientos
De hecho, el Concello de Cambre hizo varios requerimientos a la Administración autonómica para que ejecutase la orden judicial de derribo en los años 2005 y 2006, pero la Xunta aducía que la sentencia ya había caducado, algo con lo que no estuvieron nunca de acuerdo los vecinos y el Ayuntamiento de Cambre. Leirós confirmó que el actual gobierno local requirió el año pasado a la Xunta «mediante un escrito» que cumpliese la sentencia del año 1992 y que, gracias a esa insistencia, por fin solicitaron esta misma semana la licencia municipal para las obras. El edil de Obras explicó que esta no será la última demolición de construcciones ilegales que se ejecute en próximas fechas y anunció que el próximo año «habrá otras que los vecinos vienen reclamando desde hace años».
Maleza y ratas
Vecinos de Bribes llevan esperando esta demolición más de 30 años. No solo la reclaman por una cuestión legal y administrativa, sino también por problemas de salubridad. De hecho, tras la retirada de los últimos restos mortales que había en los nichos, el abandono y la maleza se apoderó de los túmulos. Y ello, a su vez, hizo que la zona se convirtiese en un «criadero de bichos y ratas» en una zona muy próxima a viviendas. Después de la inauguración de estos túmulos, tan solo se celebraron allí una veintena de entierros.
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