El inactivo Cementerio de Portela va camino de quedar inaccesible
Queda poco más de un año para que se cumplan dos decenios desde que el entonces alcalde de Fisterra, (La Coruña) Ernesto Insua (PSOE) encargase la construcción de un cementerio en el Monte do Cabo de la localidad que ya desde entonces tomó, a nivel popular, el nombre de su creador, el premio nacional de arquitectura César Portela, al que el tiempo ha unido en una extraña relación amor-odio con Fisterra.
Que transcurrido todo ese tiempo el original campo santo de bloques de hormigón esté sumido en el total abandono no es novedad, porque salvo alguna roza ocasional de la maleza y promesas siempre incumplidas poco más se ha hecho en el recinto. Sin embargo, aunque nunca ha funcionado todavía como lugar de enterramiento y ni siquiera tiene las condiciones necesarias para ello, sí se ha convertido en un atractivo turístico más y de los importantes.
De hecho, no es difícil encontrarse cualquier día del verano con decenas de peregrinos y otro tipo de visitantes, que se aventuran a bajar por la ladera y moverse entre la quincena de cubos de hormigón, que además están ubicados a modo de mirador privilegiado sobre la ría de Corcubión.
Ahora incluso esa utilización muy secundaria respecto a lo que debía ser la verdadera esencia de la obra está en cierto riesgo, porque cada vez resulta más complicado desplazarse por el entorno. El acceso para vehículos va camino de quedar cortado en poco tiempo, porque ya en estos momentos el agua ha descrito profundos surcos en la pista de zahorra, hasta el punto de que resulte demasiado valiente aventurarse a bajar por ellos sin un todoterreno.
También los propios nichos, que ya de por sí son bastante inaccesibles, debido a las alturas, la falta de rampas y demás; reciben con bastantes obstáculos a los visitantes. La maleza se ha apropiado de ellos hasta el punto de que en algunos ya ni si ven las escaleras que los comunican.
Desde el Concello señalan que la intención es ponerlo en servicio, porque además el pueblo, pese a todo el rechazo social que generó la obra, está necesitado de sepulturas, ya que el campo santo contiguo a la iglesia de Santa María das Areas hace tiempo que se quedó pequeño. Sin embargo, las trabas son múltiples, empezando por el difícil encaje entre lo que dicta el Plan Director del Monte do Cabo y el Plan Xeral de Ordenación Municipal, que el lunes volverá al pleno para una nueva modificación, y acabando por la falta de los recursos necesarios para acometer las inversiones que siguen pendientes.
Si la parte pública sigue sin estar a la altura, la ciudadana tampoco es que sea para alabar. No hay más que ver los indicios de actos vandálicos, como hogueras, depósitos de basura y demás que se dan cita en el entorno.