Cinco cosas que no sabes del cementero de San Miguel (Parte II)
El Cementerio de San Miguel, creado entre los años 1803 y 1804 y bendecido en 1810, es una fuente inagotable de historias vinculadas a la vida cultural, social y económica de la Málaga de los dos últimos siglos. Una vez conocidas las cinco primeras curiosidades de la semana pasada (su origen, por qué la gente no quería enterrarse allí o qué peculiaridad esconde unos de sus patios), en esta segunda parte del recorrido se recuerdan otros hitos imprescindibles para conocer a fondo uno de los camposantos más bellos de la ciudad, junto con el Cementerio Inglés de la avenida de Pries .
1.-El panteón de los cuatro malagueños ilustres… de los que dos no son malagueños
En la actualidad el cementerio cuenta con 250 panteones y nichos pertenecientes a los personajes y las familias más relevantes de la provincia en el siglo XIX y XX. Entre ellos hay uno que destaca por una singularidad, y que explica la historiadora y responsable de la empresa cultural Cultopia (www.cultopia.es) Mar Rubio durante el recorrido por el camposanto: es el Panteón de los Malagueños Ilustres, con cuatro personajes de referencia en la historia local pero que en dos de los casos no nacieron en Málaga a pesar de que se les considere como tales en la placa. Se trata de Bernardo Ferrándiz, nacido en Valencia y autor de las pinturas del techo del Teatro Cervantes; y del pintor Joaquín Martínez de la Vega, de origen almeriense. Ambos comparten descanso eterno con el poeta Salvador Rueda y el escultor e imaginero Francisco Palma García, que sí nacieron en Málaga.
2.-Otra curiosidad más en torno a Torrijos… ¿quién está enterrado en el nicho que ocupó el general?
El general José María Torrijos estuvo enterrado en el Cementerio de San Miguel hasta que sus restos y los de sus 47 hombres -represaliados todos en las playas de San Andrés por su condición de liberales- fueron trasladados a la plaza de la Merced, donde reposan bajo el enorme obelisco construido en su memoria (meter enlace de la noticia). La inauguración oficial del monolito y de la cripta subterránea en la que se instalaron los restos de los fusilados tuvo lugar el 11 de diciembre de 1842, once años después de la muerte del grupo. Hasta ese momento, cada uno tuvo su lugar en el Cementerio de San Miguel: los restos de Torrijos y los de otros militares de mayor rango (López Pinto y Flores Calderón) reposaron sus primeros años en nichos, mientras que el resto fueron enterrados en una fosa común fuera del cementerio, en un terreno no sagrado.
De hecho aún hoy hay una placa en el camposanto que recuerda que allí estuvo durante los primeros años el general Torrijos: sin embargo, su nicho no está vacío y es además el protagonista de una de esas curiosas anécdotas que terminan uniendo a las personas no sólo en la vida, sino también en la muerte. El mismo día en que se ponía la primera piedra del obelisco de la plaza de la Merced (10 de abril de 1842) moría don Francisco Vicaría, el hermano carmelita que acompañó y dio apoyo espiritual a Torrijos y a los suyos en la última noche que pasaron en el convento del Carmen antes de ser fusilados. Después de aquello, nada fue igual en la vida del religioso, que cayó en la locura después de asistir a la represalia de aquel grupo de hombres y que se mantuvo en ese estado hasta que murió, diez años después. Al conocer la noticia, la viuda de Torrijos, Luisa Sáenz de Viniegra, decidió tener un gesto con la memoria del hermano carmelita y cedió el nicho en el que había reposado su marido para que allí descansaran los restos del religioso.
3.-¿Y con quién comparten su panteón los padres de Trinidad Grund?
Trinidad Grund es otra de las figuras imprescindibles en en el Cementerio de San Miguel, tal y como recoge la página web del camposanto al recordar su vida y su legado. De hecho, doña Trinidad pasará a la historia como una de las mayores benefactoras de las causas sociales en la ciudad, a las que se dedicó en cuerpo y alma tras una vida plagada de desgracias. Su muerte, el 31 de agosto de 1896, pero sobre todo el duelo, forman ya parte de la memoria de la ciudad, porque fueron miles las personas que fueron a dar su último adiós a doña Trinidad, cuyos restos reposan junto a los de su esposo Manuel en el panteón de los Heredia en el Cementerio de San Miguel.
Su enterramiento fue el más multitudinario de la historia del camposanto malagueño y con él se cumplía el último deseo de la benefactora, que prefirió descansar junto a su marido en lugar de en la girola de la Catedral, como le habían ofrecido en reconocimiento a su labor. Pero antes de morir tuvo un último gesto con las monjas de la Caridad, con las que fundó el asilo de San Manuel (hoy colegio de San Manuel) para cumplir la voluntad de su marido: Doña Trinidad cedió parte del espacio que ocupaba el panteón de sus padres, los Grund y Cerero del Campo, a las hermanas, muchas de las cuales comparten vida eterna cerca de esta gran benefactora.
4.-Uno de los primeros panteones fue el de la familia Castel: ¿sabes quiénes fueron?
Basta un paseo por el Cementerio de San Miguel para recordar los nombres de algunas de las familias que más contribuyeron al desarrollo de Málaga en los dos últimos siglos. Allí están los panteones (auténticas joyas arquitectónicas) de sagas ilustres, como los Larios, los Heredia, los Rein, los Souviron, los Pries o los Bolín, y también los de otros personajes clave como Félix Sáenz. Uno de los primeros panteones en levantarse en el camposanto fue el de la familia Castel, los pioneros de la tradición cafetera en Málaga antes de que la casa Santa Cristina tomara el relevo en el gusto de los malagueños (hoy Cafés Castel pertenece a Nestlé).
El impulsor del negocio fue Simón Castel Sáenz, que fundó la casa en 1875 en pleno auge mundial del mercado del café. Durante muchos años tuvieron la sede en calle Larios, aunque los negocios de la familia también abarcaban las harinas y el comercio de coloniales. El panteón de la saga es uno de los más bellos y amplios del camposanto (es el doble de grande de lo normal) y allí, además de los Castel, reposan los restos de otro de los grandes de la cultura malagueña aunque no haya una placa que lo recuerde: se trata del pintor José Moreno Carbonero, yerno de Simón.
5.-¿Sabía que el cementerio ha sido incluso escenario de rodaje de una película?
Las instalaciones del Cementerio de San Miguel han dado para tanto que incluso sus exteriores han sido escenario cinematográfico. El rodaje de ‘Duende y misterio del flamenco’ tuvo lugar en julio de 1952 bajo la dirección de Edgar Neville, que se expresaba así en las páginas de Diario SUR al hablar de su película: “Mi película, que ruedo con guión mío para Cesáreo González, es la exaltación del cante y del baile flamenco.
No es un documental, sino la historia del genuino folclore de esta tierra». El rodaje de la cinta, que tuvo un coste de cuatro millones de pesetas de la época, guarda una última curiosidad, ya que el equipo acudió al camposanto con la intención de rodar en la tumba de Juan Breva, pero la búsqueda fue infructuosa porque al parecer los restos se habían trasladado a un osario. Aún así, hubo solución, tal y como celebraba el propio Neville cuando terminó el rodaje: “Hemos tenido que pintar una lápida con su nombre”.