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Actualizado: 23/11/2024
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Los ritos funerarios según la religión

Los ritos funerarios según la religión

Vía: Autora.: Isabel F. Lantigua / El Mundo

El equipo de emergencias mixto (psicólogos y religiosos) que se está formando tras la celebración de la I Jornada sobre Multiculturalidad y Duelo en Madrid, pretende contar con representantes del Islam, la Iglesia Católica, el judaísmo, los Testigos de Jehová y otras confesiones para ayudar a los familiares de las víctimas de una tragedia en el primer momento de su duelo. Ante este shock

Es después, en la hora del entierro y el funeral cuando se presentan las mayores diferencias entre religiones.El ser humano es la única especie que entierra a sus difuntos, una práctica que se remonta a los neandertales. Y cada religión tiene su propio rito.

Judaísmo, un año de duelo
Según explica David Levy, «todo empieza antes del fallecimiento, pues es de suma importancia acompañar a la persona en sus últimos momentos para que pase bien del mundo terrenal al espiritual».

Antes del entierro, el cadáver se lava para su purificación -los hombres a los hombres y las mujeres a las mujeres- y se envuelve en un sudario blanco. La cremación está prohibida y la sepultura debe realizarse en tierra. Antes se enterraba el cuerpo directamente sin ataúd, pero al cambiar las leyes sanitarias ahora se usan féretros, en los que no se ponen flores, pero sí lleva en la cabecera una Estrella de David y se puede colocar encima del mismo una pequeña piedra, en señal de que su ser querido ha estado presente en la despedida. En el entierro, los familiares directos se desgarran una prenda (kria) como forma de expresar su dolor. Dicha vestimenta se sigue usando durante semanas.

El duelo tiene diferentes etapas:
Aninut -entre la muerte y el entierro-, momento en el cual los familiares del fallecido están exentos de cualquier requerimiento religioso.

Lamentación –tres primeros días tras el entierro-. Quienes están de luto deben permanecer en el hogar y no responder ni a saludos. No pueden rasurarse ni arreglarse y tienen que recitar el kadish. Las mujeres no pueden usar cosméticos.
Shivá – siete días tras el entierro-. Continúa la prohibición de rasurarse, vistiendo las ropas rasgadas pero ya puede relacionarse con la gente que le expresa su dolor.
Sheloshim –30 días posteriores al entierro-. El familiar ya debe salir de casa e ir integrándose otra vez en su sociedad, pero sin llegar a hacer una vida normal. Acaba al final de este periodo la prohibición de rasurarse.
Un año de duelo: Prohibido participar de fiestas, tanto públicas como privadas, durante los 12 meses posteriores al entierro.

Budismo, el ciclo de energía sin fin
«Dentro del budismo hay muchas lecturas y muchas escuelas distintas, pero hay una idea básica sobre la eternidad de la vida. La muerte no es tanto el fin de la vida sino el comienzo de otra», indica Enrique Caputo, director General de Sokka Gakkai de España.

Los budistas creen en la reencarnación aunque no la llaman así. Piensan que el ser humano es sólo el transmisor de una energía ininterrumpida, de fuerzas acumuladas durante existencias anteriores. Es la rueda sin fin del karma. Y según las acciones en vida el hombre renacerá en un estado agradable o desagradable.

El ritual funerario varía según la corriente budista. Se suele leer el Libro de los Muertos al difunto para ayudarle en el «bardo» o estado intermedio entre esta vida y la siguiente. El cadáver se prepara con formol para que permanezca en casa siete días antes de la cremación (se incinera para permitir que el espíritu se libere del cuerpo) y durante ese tiempo los monjes van a rezarle. Las cenizas se suelen esparcir en un río. Durante 49 días familiares y amigos presentan ofrendas como bebidas y alimentos.

Católicos, las «gracias» al final de la vida
«Si la persona está entre la vida y la muerte, tenemos dos rituales: la unción de enfermos y la recomendación del alma (una bendición presentando al fallecido al Dios que le acoge)», explica el reverendo Carracedo. Y continúa el sacerdote: «Entre el fallecimiento y el entierro asistimos al velatorio, que tiene un componente psicológico que es reconocer que la persona ha muerto, que no es un sueño, que no está sola en su dolor. Y ya en el entierro se hace una eucaristía. No es fácil dar gracias en el final de la vida, pero hay que hacerlo. También es importante, al año o a los seis meses hacer una misa de recuerdo, porque aunque parezca una tontería para la familia es muy importante notar que la gente se sigue acordando de aquella persona que falta».

Los católicos creen «en la resurrección de los muertos y la vida eterna», «en que en la muerte se separa el alma del cuerpo y la primera va al encuentro con Dios». El ritual no dice nada especial a la hora de vestir al cadáver. Se puede enterrar el cuerpo o incinerarlo, pues tampoco hay indicación específica sobre qué elegir. El ataúd se suele adornar con flores.

«A lo que sí invita la Iglesia Católica es a que seamos solidarios más allá de la muerte mediante el gesto de la donación de órganos y tejidos», insiste Jesús Martínez Carracedo.

Testigos de Jehová, sobriedad sin símbolos
Aníbal Matos, Testigo de Jehová, explica que ellos afrontan la muerte de un ser querido «desde una perspectiva mucho más serena, porque creemos en la resurrección futura, la pesadumbre está algo más controlada. No existe esa desesperación angustiosa como cuando alguien cree que ha perdido a su ser querido y no hay más. Tenemos dolor y pesar, pero el sentimiento de desgarro es más controlado»

Explica que no hay un ritual funerario como tal como tal. «Cuando muere un ser querido se presenta un breve discurso sobre la esperanza de vida que da la Biblia para entrar en un mundo mejor. Se habla de la persona, de sus convicciones, de aspectos positivos suyos… Se hace el velatorio en un sitio sobrio, sin símbolos religiosos. Por lo general optan por la cremación y lo importante es que los familiares se sientan muy apoyados por la Comunidad».

Islam, Corán y orientación a la Meca
«El Islam enseña que la muerte es un decreto divino y que puede llegar en cualquier momento. No es más que el fin de una etapa y el inicio de otra en el ciclo vital de una persona. Se recomienda afrontar esos momentos diciendo ‘Todos somos de Dios y a Él hemos de volver’, es decir, con aceptación y paciencia, mostrando la tristeza pero no ira y furia», explica Abdelaziz Hammaoui, presidente del Centro Cultural Islámico de Valencia.

Los musulmanes creen en la resurrección -no en la reencarnación-, en que la muerte es el comienzo de otra fase de la existencia en el Jardín o en el Fuego. Tras el fallecimiento, al difunto se le coloca sobre el costado derecho orientado hacia la Qibla. El cadáver se lava (las mujeres se encargan de las mujeres y los hombres de los hombres) se le cierran los ojos y se le cubre el cuerpo con tela blanca de algodón.

La incineración está prohibida. El cuerpo se entierra orientado hacia la Meca. Se hacen muchas súplicas por el fallecido y «hay que dedicarle la lectura del Corán entero o parte del mismo«, indica el presidente de este Centro Islámico de Valencia. «En todos los casos se recomienda un entierro rápido y un funeral sencillo. Es un momento para la congregación de la familia y los conocidos y para recordar los buenos momentos con la persona fallecida y perdonarle sus fallos», indica.

Iglesias Evangélicas, la importancia del contacto personal
Según explica el pastor Evangélico Emmanuel Buch, ellos creen «en la resurrección, no en la reencarnación ni en la disolución, en pasar a la eternidad ante la presencia de Jesucristo. Hay un elemento de tristeza, de dolor por la separación, pero está rodeado de esperanza y trascendencia».

Se vela el cuerpo en el tanatorio, acompañados de los líderes religiosos y los miembros de la comunidad, «que en nuestra confesión tienen una relación muy intensa, de compartir mucho». Antes del entierro hay un servicio religioso con cánticos y lecturas de la Biblia.

Impera un tono sobrio y prima la sencillez. Lo importante es el sentir personal y no lo superfluo. Sin velas, ni flores ni crucifijos. «Sabemos que la muerte no es la derrota final», añade Buch.

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