De turismo por los cementerios
Ya sé que estoy loco, pero ¿qué me dicen del que se le ocurrió la cosa esa de los cementerios? Según he leído, el Cementerio de Chiclana Mancomunado (sitio fijo donde van los mancos y los que no lo son) ha organizado una ruta muy original y nunca vista. Se trata de un paseo turístico funerario con visitas guiadas a panteones y otras lindezas.
Dicen que quieren darle vida a los cementerios, milagro que no veíamos desde que Lázaro se puso a andar fuera del nicho. La idea es ambientar esos largos y aburridos domingos y evitar gastarse el dinero en ir a comer a una venta. Al fin y al cabo, salvando las distancias, ¿qué tiene una venta cualquiera que no tenga un cementerio? Incluso ahorraremos si nos llevamos en la mochila el pedazo de tortilla, con sus pimientos fritos y algo de postre. No creo que a nadie se le ocurra llevarse fiambres, que es lo único que hay allí de sobras.
La excursión va a ser monumental y nos van a llevar a 17 sitios a cual más fúnebre y pintoresco. La cosa promete y estoy por decir que, si se le pone empeño, lo de Halloween se va a quedar en pañales. Vamos a poder contemplar de cerca grandes panteones familiares con su mármol encima y puede que llegue un momento en que no los veamos fríos sino incluso acogedores. Y ¿qué me dice de esa vista tan hermosa que ofrecen los enterramientos en pradera? Nos van a dar ganas de tender en la hierba el mantel y ponernos a merendar como en las películas cursis.
También nos van a enseñar el Bosque de los Recuerdos, que ya no me acuerdo de por dónde cae. No está mal. Todo ello sin olvidar (que es el verbo más repetido en aquel lugar) una minuciosa visita a los lugares más destacados de la necrópolis. Con otras palabras, visitaremos por ejemplo la sala de espera donde tantas cosas y tantos chistes se han contado, la sala de incineración donde tanta gente ha salido ardiendo voluntaria o involuntariamente… Y puede que hasta nos sorprendan con acercarnos a la mano una cerilla ardiendo para que comparemos in situ la diferencia entre la cerilla y el horno, y ya de paso podamos calcular lo que se tiene que pasar en el infierno.
El sector turístico se ha venido arriba gracias a la Asociación Nacional de Entidades y Empresas Municipales de Servicios Funerarios y Cementerios (AFCM). También podremos contemplar a pie de obra estatuas de insignes de gaditanos y darle un fúnebre repaso a la historia de Cádiz.
Tendremos la tentación de pensar eso de que no somos nada, aunque nos frenará la idea de que esas figuras insignes sí fueron algo. El proyecto se llama “Cementerios Vivos”, que es como decir aquello de Quevedo “Infierno Helado”. Y el slogan elegido va a ser por lo visto “Primero sorprenden, después fascinan”, y yo diría que además “inquietan”. Ya se ha hecho el acto de inauguración, se ha elaborado un plano, se han instalado paneles explicativos, se ha contactado con agencias de cruceros…
Los turistas van a venir a manojitos. Los chiclaneros actúan como si mañana mismo fuera el último día y pasado el Juicio Final. A eso se le llama correr y aprovechar todo lo que se tiene. Y, cuando uno ve este tinglado, se dice para sí: ¿No podríamos hacer algo parecido en La Isla, si, además de tanta gente ilustre aquí enterrada, tenemos al Camarón y a los marinos ilustres con su Panteón y todo? Pues no. Siempre se nos adelantan los chiclaneros.
En todo caso, no es por criticar, pero yo personalmente no acabo de verlo. No cambio un día de playa o de campo por ese tipo de turismo que a los cañaíllas nos iba a dar que pensar en que, si La Isla ya está muerta, para qué más recordatorios. Y además, ¿para qué vamos a ir a Chiclana antes de tiempo?