El Obispado se lleva la capilla de Monte Lourido al cementerio de San Pedro
La capilla del Carmen se despide de Monte Lourido tras 85 años allí ubicada. El Obispado Tui-Vigo ha iniciado los trabajos de desmontaje del templo piedra a piedra por orden judicial y prevé reconstruirlo en el cementerio parroquial de San Pedro. Así lo confirmó, la pasada semana, el párroco, Xosé Manuel Lence.
Una empresa contratada por la institución religiosa ha puesto en marcha las cuidadosas obras para llevarse la ermita de la parcela donde fue construida en 1932. Con la autorización de la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta por tratarse de un elemento arquitectónico catalogado, los operarios numeran cada pieza para recolocarlas en el nuevo emplazamiento.
La parroquia prevé reabrir el edificio religioso en las próximas semanas y dotarlo de un «uso funerario», según indica el sacerdote, tal y como corresponde a su futuro entorno. Todavía no se ha definido la funcionalidad que tendrá la construcción, aunque Xosé Manuel Lence no descarta que sirva como sala de velaciones u osario. Tampoco está clara aún la fecha de reapertura, pero el cura espera que sea en mayo.
El traslado cumple una sentencia firme de 2014, que obligaba al Obispado a desalojar la capilla del terreno y ponía fin a un pleito de más de una década. El proceso judicial arrancó tras una denuncia urbanística interpuesta por el anterior párroco, el ya fallecido José Cordeiro, contra los propietarios de la finca contigua por una ampliación de su vivienda, que incumplía los retranqueos previstos por la normativa.
Tras perder la primera batalla judicial, los demandados compraron el terreno de la ermita para salvar su casa de la piqueta y llegaron a un acuerdo con la Diócesis para conservarla en su espacio original, con el fin de facilitar el acceso al público. Pero el sacerdote acudió de nuevo a los juzgados para exigir el retranqueo y los afectados se defendieron solicitando la retirada del templo de la parcela, ya de su propiedad. Los tribunales les dieron la razón y el fallo condenó a la parroquia a desalojar la ermita, «o bien desacralizándola y dejándola en beneficio de los propietarios, o bien trasladándola a otro lugar».
Finalmente, el Obispado ha optado por reubicar la edificación, que se compone de una sola nave rectangular de 52,02 metros cuadrados con ábside también rectangular y sencilla fachada. Aunque su valor arquitectónico es escaso, según los expertos, sí goza de valor sentimental entre los nigraneses, dado que hasta hace cinco años albergaba actos religiosos en verano.
Diversos estudios vinculan su diseño con un boceto del urbanista Antonio Palacios, aunque son varias también las voces que lo desmienten, como la del arquitecto gondomareño Antonio Soliño, miembro del Instituto de Estudos Miñoráns, quien afirma que podría enmarcarse en su estilo sin ser de su autoría. Relaciona la construcción con otras obras de la zona, encargadas por los hermanos Lemos -los indianos que urbanizaron Praia América- al arquitecto Antonio Cominges Tapias en la misma época.