Cómo saber la identidad de un cadáver a través de una prueba de ADN
No resulta fácil entender cómo se consigue un análisis de ADN. El ADN es la molécula fundamental de la vida, porque lleva en su estructura la información hereditaria que determina las características y funciones esenciales del organismo.
El ADN es la sustancia existente en los cromosomas, dentro del núcleo de cada célula; su función es proveer el código genético que determina todas las características individuales de las personas y que esa sustancia se hereda -por mitades, lo que se llama herencia somática- de nuestros padres y se lega a nuestros hijos.
¿Cómo se hace un análisis de ADN? En primer lugar, es esencial conocer qué es el ácido desoxirribonucleico (ADN). Es una molécula que contiene la información que determina cómo es cada ser humano, desde nuestros rasgos físicos hasta los aspectos propios de la personalidad.
La molécula de ADN es idéntica en todas las personas a excepción de una parte que es la base y lo que nos da las diferencias entre humanos son precisamente las secuencias de esas bases, los denominados microsatélites (STR). Es por eso que los científicos forenses utilizan esta región del código genético para llevar a cabo las pruebas de identificación. Dicha zona solo es importante para este fin, ya que dicha región no codifica para ninguna función vital del organismo.
Para realizar la prueba hay que recoger una muestra con restos biológicos que contengan células. Una vez la tenemos, el siguiente paso es extraer el ADN de la propia célula, y para ello, se debe romper esa célula mediante una serie de reactivos. Después hay que purificar ese ADN, es decir, separarlo del resto de elementos moleculares.
Es de vital importancia realizar muchas copias de las zonas a analizar (STR) formadas por un alelo paterno y un alelo materno, y cuyo conjunto conforma lo que se conoce como el perfil genético. Cada persona tiene uno que es único y que es fruto de la herencia que le ha dado tanto su padre como su madre. Con los resultados obtenidos, es el momento de cotejar que coincidan con los de otras muestras ya sean de sus progenitores o en caso de que el individuo no tenga familia, con una muestra anterior suya que tuviera.
Después, faltaría realizar el cálculo estadístico: Cuando tenemos coincidencia plena, hay que determinar que no sea fruto de la casualidad y para ello debemos manejar dos hipótesis: una, que estén emparentados y la otra, que encontremos una persona al azar sin parentesco con el mismo perfil de ADN. Para obtener un resultado definitivo nos tiene que dar una probabilidad del 99,99%. Por debajo de esta cifra, la prueba no es concluyente.