Dos iniciativas de empresas funerarias, en Arzobispo Malvar y San Mauro, aún están en marcha
La «fiebre» de los crematorios, que fue especialmente intensa en 2013 y 2014, se enfrió casi por completo desde que en septiembre de 2015 la funeraria San Marcos abrió la primera instalación del entorno de la ciudad en A Reigosa (Ponte Caldelas).
De este modo, se anulaba el plan inicial de esta empresa a las puertas del cementerio de San Mauro. Tampoco avanzaron los dos de Mourente, en la rotonda de Montecelo y al lado del hospital (donde se derribó en 2010 un tanatorio) si bien los promotores de este último plan apostaron después por Arzobispo Malvar, en un solar adquirido al Colegio de Arquitectos.
Este plan, de momento solo para tanatorio, sigue adelante. Después de dos años de excavaciones arqueológicas en una zona «muy sensible» en cuanto a restos antiguos, aparecieron tramos de la muralla y de muelles medievales, así como cerámica y otros hallazgos.
Tras meses de espera, la Dirección Xeral de Patrimonio ya ha emitido un primer informe acerca de la consolidación de esos restos y la conservación «in situ» de algunos de ellos. No obstante, el asunto aún no abandona este departamento ya que todavía está pendiente de acuerdo lo referente a los elementos que se deben conservar del edificio desmontado en el citado solar. Anabel Gulías admitió ayer que con el fallo del TSXG «este es el proyecto que más nos preocupa», aunque aún por el momento no incluye un crematorio y aún le resta un largo camino administrativo.
El otro proyecto aún en marcha es el de Funespaña detrás de San Mauro, una iniciativa que otra funeraria comenzó hace años, e incluso logró licencia en su día. y que se encuentra ahora pendiente de obtener la definitiva autorización de la Xunta.