Las nuevas tecnologías irrumpen en las necrológicas de los pueblos pequeños
Las nuevas tecnologías han irrumpido en todos los ámbitos de la vida cotidiana, tanto es así, que han conseguido cambiar las costumbres más arraigadas en los pequeños pueblos que constituyen la comarca de la Safor (Valencia).
Durante años, los vecinos eran alertados de que uno de los suyos había fallecido a través de los tradicionales bandos necrológicos. Esto ha quedado atrás, y ahora es un mensaje instantáneo el que se encarga de dar la mala noticia. El texto incluye el nombre del fallecido, el tanatorio en el que se encuentra, la hora del entierro y, en ocasiones, el apodo y la familia a la que pertenecía.
Localidades como Llocnou de Sant Jeroni y Palma de Gandia ya lo incluye entre sus servicios municipales. «Los interesados tienen que inscribirse mediante un formulario que se entrega en el ayuntamiento, en el que deben facilitar el número de teléfono en el que deseen recibir los anuncios», aclaró a LAS PROVINCIAS la alcaldesa de Palma, María Trinidad Miñana.
La llegada de las nuevas tecnologías ha traído consigo un gran número de cambios, pero no ha acabado con todas las costumbres. Los mismos municipios que incluyen el servicio de mensajería instantánea y otros como el Real de Gandia y Almoines, también conservan otras tradiciones como el obituario por megafonía. Alrededor de las 12 de mediodía, una persona lee el famoso y tradicional «se hace saber…» desde el edificio consistorial y su mensaje se propaga por todo el pueblo a través de los altavoces ubicados en sus calles.
La expansión del territorio de algunos municipios como Oliva y Tavernes, ha desembocado en la creación de nuevas formas como la de ‘l’andana’ o ‘el cotxe’. Se trata de un servicio privado que se incluye en la factura de las funerarias y que consiste en un coche particular con un altavoz que recorre toda la ciudad anunciando el fallecimiento.
Del mismo modo que ocurre con los bandos por megafonía, se dan datos como la hora del entierro y el tanatorio donde se encuentra el cuerpo. Ambos municipios poseen playa y durante la temporada estival reciben un gran número de turistas que se quedan muy sorprendidos la primera vez que se cruzan con el vehículo.
Todas estas costumbres tienen un origen común, el bando con la trompeta. Un vecino, instrumento en mano, recorría todas las calles del pueblo, excepto aquella en la que estaban velando al fallecido y anunciaba el deceso. Esta tradición se ha perdido con los años, y hoy en día solo queda un ‘trompetero’ en toda la comarca, concretamente en Ròtova.
A pesar de que el ayuntamiento de esta localidad está comprometido con la instauración de nuevos modelos de comunicación sus dirigentes quieren conservar este tipo de prácticas, tan características de la zona. De este modo, Rafa, así se llama el encargado de realizar esta labor, ofrece sus servicios, previo pago, a las familias que quieran seguir anunciando estas tristes noticias de forma tradicional.
Las supervivientes
La irrupción de nuevos hábitos derivados de aplicación y el uso de las nuevas tecnologías ha provocado la implantación de nuevas prácticas y la desaparición de otras. Sin embargo, existe una que a conseguido sobrevivir a todos los avances, el aviso del campanar. Desde hace siglos, las campanas ubicadas en la torre de las iglesias marcan el transcurso de las horas y también, la muerte de sus fieles.
Todos los pueblos siguen llevando a cabo esta práctica, por la cual los vecinos son alertados de un fallecimiento. A primera hora de la mañana, y según el número de toques pueden saber incluso el sexo del desaparecido.