Impulsan mejoras en el cementerio de O Alto, en Narón, tras aparcarse la idea de su traslado

Hartos de esperar un traslado que no llega, los propietarios de nichos del cementerio de O Alto han decidido actuar para frenar el progresivo deterioro de las instalaciones del camposanto. Una comisión vecinal, de la que también forma parte el cura de San José Obrero, se ha puesto manos a la obra con el reto de adecentar la necrópolis y evitar que se produzcan nuevos daños vandálicos.

Su primera medida ha sido instar a los titulares de sepulcros a ponerse al día del pago de la cuota anual de mantenimiento -6 euros con los que se afrontan los gastos derivados de las tareas de desbroce, y se pagan los recibos del agua-. Una cantidad que muchos «se olvidan» de abonar.

En paralelo, y por primera vez en años, se ha acordado una derrama de 20 euros por cada nicho -unos 400- para financiar los trabajos de remozado del cementerio, situado tras el Pazo de la Cultura de Narón y hoy rodeado de viviendas.

Detalla Félix Bellas, uno de los integrantes de la comisión, que el objetivo fundamental es dar un lavado de cara al exterior del equipamiento y poner a punto la capilla existente. No obstante, explica que el alcance de la intervención dependerá de que el conjunto de los propietarios- -un total de 135 personas- realice su aportación. Para el 20 de enero está convocada una reunión para valorar cuál ha sido la respuesta vecinal.

Finalmente, y con el ánimo de evitar la entrada de vándalos, se procederá a restringir el acceso al camposanto. La idea, que cada propietario disponga de su llave para poder acudir al a visitar a sus difuntos. Parte de los propietarios ya han retirado sus llaves.

La clausura del cementerio de O Alto y el traslado, con cargo a fondos públicos, de los restos de los difuntos allí enterrados al cementerio municipal, en Castro, es una antigua propuesta del Concello de Narón. Una iniciativa que, en su momento, hace ya cerca de una década, gozó del apoyo mayoritario de los propietarios.

No obstante, tal y como apuntan desde el gobierno local, el proyecto nunca llegó a plasmarse en la firma de un convenio de entre la administración local y el Obispado. «Todo quedó en nada», concluye Bellas.

A estas alturas, vecinos y consistorio coinciden al señalar la dificultad de que se vaya a materializar a corto plazo. No en vano, en el cementerio de San José Obrero se siguen produciendo enterramientos. Y, como recuerdan desde el Ayuntamiento, para autorizar el cierre tendría que producirse un plazo de al menos ocho años sin entierros.