El cementerio compostelano de San Francisco abrirá como parque público a final de año
Los compostelanos podrán disfrutar antes de que acabe el año de uno de los camposantos más desconocidos de Santiago de Compostela, (provincia de La Coruña) el cementerio romántico de la Orden Tercera de San Francisco. Es un recinto ignoto porque está cerrado al público, pero forma parte de un conjunto patrimonial declarado BIC (Bien de Interés Cultural).
Con génesis en el año 1676 para acoger enterramientos provocados por la peste, es una necrópolis amurallada desde 1833 que está conjuntado con la iglesia de la misma orden seglar. Por ahí anduvo el arte arquitectónico de Domingo de Andrade, que fue ministro presidente de la Orden Tercera seglar. Es el cargo que hoy ostenta Antonio Díaz, que menciona a su antepasado.
La apertura del cementerio al público, como un ámbito de visita y esparcimiento, se producirá merced a un convenio con el Consorcio de Santiago. Este organismo llevará adelante las obras de restauración del recinto, cuyo proyecto está en fase de redacción y es obra de Xosé Allegue, alma máter de la recuperación de este conjunto franciscano.
El proyecto busca la rehabilitación de este histórico espacio de mil metros cuadrados con una actuación de jardinería (especies vegetales, cedros, cipreses, laureles, etcétera), la acometida de una operación de limpieza y poda, la dotación de paseos con pavimento adecuado y la supresión de elementos que no ennoblecen el entorno, producto de intervenciones en diferentes épocas. «Daremos dignidad al espacio para incorporarlo como parque, recuperando el espíritu de un cementerio romántico”, señala Allegue. El recinto tendrá un horario de apertura durante el día y estará cerrado por las noches.
El Consorcio pedirá en breve licencia de obras con el ánimo de desarrollar los trabajos a partir del mes de septiembre y tener abierta la necrópolis a finales de año. Aparte del disfrute de la ciudadanía de Santiago, la idea del Consorcio es incorporarlo a la oferta turística. En Compostela hay no pocos recintos eclesiásticos sin acceso al público, e incluso en el área franciscana hay un extenso espacio verde ajeno a la vida de la ciudad. En otras urbes europeas empiezan a abrir espacios. «Se trata de favorecer el disfrute de elementos patrimoniales por parte de la gente», dice Allegue.