Arranca el lavado de cara del cementerio naronés de O Alto
Se hicieron esperar, pero finalmente llegaron. Los trabajos de puesta a punto del cementerio parroquial de O Alto, situado tras el Pazo da Cultura de Narón, (provincia de La Coruña) arrancaron, por fin, esta semana.
Una obra pensada para dar el necesario lavado de cara a un camposanto marcado por la falta de mantenimiento a causa, entre otras cuestiones, de los reiterados anuncios de un traslado que, al menos de momento, no va a producirse. Despejada la incógnita, empiezan a tomarse medidas.
Explica el sacerdote de San José Obrero, Cándido Otero, integrante junto con un grupo de propietarios, de la comisión creada al efecto, que se procederá básicamente a reparar las zonas comunes del camposanto, centrándose en el cierre, hasta ahora plagado de grietas. En estos primeros días de obras, ya se ha remozado y comenzado a pintar la zona exterior.
Añade Félix Bellas, integrante de la comisión, que la previsión pasa por acometer además labores adicionales como la limpieza de las cubiertas, que se iniciaba ayer, la de las acercas interiores o incluso el pintado de la capilla.
No obstante, insiste en que se llegará hasta donde alcance el dinero recaudado. Cuestiones como el tapiado de nichos abiertos, que afecta a particulares, según anota Otero, no se realizarán con el dinero del conjunto de los propietarios.
En este sentido, detallan desde la comisión que, a pesar de los anuncios y asambleas celebradas, apenas la mitad de los propietarios ha procedido al pago de la derrama. En total eran nada menos que veinte euros por cada nicho disponible, además de los seis euros destinados al mantenimiento anual.
Propietarios desconocidos
Así, manifiestan la dificultad para contactar con una parte importante de los titulares de nichos. Muchos están fuera, no viven en la zona y otros directamente pasan de colaborar en la conservación de la necrópolis. En caso de que las condiciones meteorológicas ayuden, las obras podrían finalizar en cuestión de dos o tres semanas, confirma el párroco, quien achaca el estado de deterioro del camposanto a la incertidumbre vivida en torno al futuro -de forma reiterada se dijo que se cerraría y que los restos serían trasladados al cementerio municipal-. «A corto plazo, está claro que no se contempla. Está descartado», confirmaba Otero.