Descubren en el subsuelo de Dénia vestigios de un hotel islámico y una inscripción funeraria romana
Una intervención arqueológica, en poco más de veinte metros cuadrados, se ha descubierto en Dénia (provincia de Alicante), se pensaba instalar una batería de contenedores soterrados, y salen a la superficie tras una excavación arqueológica que se ha llevado a cabo en la confluencia de las calles La Mar y Foramur, los vestigios de una hospedería («funduq») del siglo XI del Reino Taifa y una inscripción funeraria de época romana.
La excavación arqueológica, ha deparado datos y evidencias que dan luz sobre uno de los periodos más oscuros de la arqueología de la ciudad: luz sobre el sí y el dónde de la expansión urbana de Dianium al este del promontorio del castillo, con sinergias y peculiaridades con relación al epicentro del Municipium, en el ámbito del Hort de Morand, en donde se localizan el forum y el portus.
Diversos hallazgos del entorno ya habían atestiguado el hecho inequívoco de que la ciudad romana tardía, de los siglos V al VII, tenía en este ámbito un sector urbanizado y con actividad, tanto de viviendas domésticas como de espacios funerarios. Éstos se localizan, aproximadamente, entre las calles Temple de Sant Telm (incluida prolongación) y Cándida Carbonell.
Estos indicios dan un halo de credibilidad a las noticias publicadas hace más de una centuria por don Roque Chabás en su revista El Archivo, sobre el hallazgo de sepulturas de obispos de la sede de Dianium, en un cementerio que sitúa en lo que denomina “la pedrera de la vila”.
Los resultados de esta intervención, bajo la dirección de Josep Marqués Costa, arqueólogo, han sido ciertamente ilustrativos, en primer lugar, de la actividad edilicia durante los siglos V y VI, con contextos con African Red Slip Ware: vajilla de mesa africana, datada en los siglos V y el primer tercio del siglo VI.
Un descubrimiento singular ha redondeado los hallazgos de época romana: el fragmento de una inscripción epigráfica, de hacia el 200 de la Era, perteneciente a un monumento funerario. Seis líneas de texto incompleto permiten restituir su contenido: “A Pompeia Maxima, que vivió 36 años. Nonius Victor a su estimada esposa”.
Dos nuevos nombres a la lista de dianenses que habitaron a finales del siglo II e inicios del III en el Municipium: Pompeia Máxima, a quien se le dedica este sepulcro/sepultura en su memoria. Y Nonius Victor, su esposo, que dedica este epígrafe funerario.
El punto en donde se han efectuado los hallazgos es confluencia entre viales y caminos milenarios y goza de clara preeminencia topográfica en relación con los terrenos que, en declive, se sumergen en el mar. Ahora, la cuestación al subsuelo, permite saber que en el espacio de la actual plazoleta que genera la confluencia de las calles Foramur y la Mar, se edificó en el siglo XI un gran funduq o alhóndiga.
Una de las peculiaridades más trascendentes del urbanismo de la Dénia andalusí, de Madînat Daniya, es el descubrimiento, durante los últimos veinticinco años, de evidencias de siete fanadiq o alhóndigas, hoteles u hospederías de los siglos XI y XII. Estos edificios, de planta cuadrada o rectangular, ocupan una superficie de entre 200 y 500 metros cuadrados. Constan de patio con aljibe o pozo central, deambulatorio porticado en algunos casos y cuatro crujías, con dos plantas y cubierta, que envuelven su perímetro, con distribución de estancias o habitaciones gemelas en ambas plantas.
El funduq más relevante por su volumetría, ubicado, tal como este, en el interior del recinto de la medina del siglo XI y también de proporciones notables, es el descubierto en el solar del Colegio de los Hermanos Maristas, en la esquina de las calles Cándida Carbonell y Magallanes. Los vestigios se conservan in situ en la planta subterránea del edificio del colegio, a la espera de que el ayuntamiento de Dénia impulse un proceso de restauración y de museización.
Así, este descubrimiento se suma a otros vestigios pertenecientes a fanadiq o alhóndigas, documentados en la calle Cándida Carbonell y en la calle Marqués de Campo, a la altura de la confluencia con la anterior. Se inscriben en un espacio rectangular, entre las calles Cándida Carbonell y la calle Temple de Sant Telm, que fosiliza el trazado de la muralla andalusí. Este espacio integraría durante siglos el huerto y el propio monasterio, dedicado a San Antonio de Padua, que acogería desde su fundación, a finales del siglo XVI, una comunidad franciscana. Y este espacio constituiría la fachada marítima del sector sudeste de Dianium (siglos V y VI) y de la medina andalusí (siglos X-XIII).