Cementerio de Arte Morille: Un lugar donde enterrar obras de arte, más de un centenar esperan su turno
Más de un centenar de obras están a la espera de ser enterradas en el Cementerio del Arte de Morille (Salamanca), un museo donde el arte encuentra su reposo y donde las obras -más de 60- no se ven porque están sepultadas cada una con su tumba y su epitafio.
«Es un espacio de dignidad hacia la obra de arte», ha asegurado en declaraciones a Efe el artista Domingo Sánchez Blanco, quien hace ahora trece años puso en marcha este peculiar camposanto de la mano del también artista pero ya fallecido Javier Utray y el apoyo del Ayuntamiento de Morille.
Ha definido ese peculiar mausoleo como «una obra fundamental en todo» su proceso artístico y en la que encuentra «un modelo de humildad» en el sentido de que siendo suya «ocupa espacio tanta gente y otros artistas que se hace ese aspecto de lo contemporáneo cien por cien que es lo colaborativo».
Sánchez Blanco ha considerado que el arte «necesita de un lugar para reposar tranquilamente y que otros imaginen. Es un espacio de dignidad hacia la obra de arte» porque ésta al final es «una serie de emociones que se trasladan para revitalizar otras emociones de otras personas».
Como primeros enterramientos están las cenizas del filósofo y artista francés Pierre Klossowski que Sánchez Blanco recogió en París en 2001 y un automóvil de la marca Pontiac propiedad de Javier Utray.
Después, fue llegando un piano tocado por Juan Hidalgo, poemarios del músico Germán Coppini, manuscritos de Fernando Arrabal, los rollos de la película «Enterrado», de Rodrigo Cortés, y una camiseta y un balón de la Selección Española de Fútbol del Mundial de 2010 entregados por Vicente del Bosque.
También y hasta superar las sesenta obras se encuentra sepultada una foto del ayatolá Jomeini hecha por el periodista francés Christian Malard durante la revolución islámica de 1979 o un pitbull que fue propiedad de Sánchez Blanco.
Entre sus preferidas, el artista ha mencionado «La maleta de Alberto Greco», la documentación relativa a la polémica que acompañó la construcción de una catedral en Madrid, un ataúd con bafles, obras de Toni Capellán y de Isidoro Valcárcel, Premio Nacional de Artes Plásticas, así como un performance de Esther Ferrer.
Es, en definitiva, en palabras de Sánchez Blanco, un espacio «sagrado humano en el que hay un gran simbolismo en todo tipo de intervenciones». «Tenemos en espera unas 105 y en concreto en octubre el cementerio contará con un nuevo columbario que albergará las cenizas de varias obras de arte -la cremación se ha hecho en Málaga y en Argentina- pertenecientes al proyecto «Defunción del arte» que promueve un grupo de galerías alternativas de Madrid, ha subrayado el artista.
Además se añade el platillo volante que ya está en Morille, un proyecto sobre el «Mail Art» o Arte por Correo que se titula «Preferiría no hacerlo. Cartas muertas» que es «un receptor de la gran plataforma que va a haber en el mundo» sobre esta disciplina.
El arte, en definitiva, «vale porque lo hace es fundamentar que el ser humano tiene todavía capacidad de generosidad», ha remarcado al tiempo que ha considerado que los grandes proyectos no tienen por qué estar en sitios muy céntricos.
Precisamente, en ese proceso de expansión en el que se encuentra el cementerio, Sánchez Blanco ha incluido un «ecosistema o parque de panteones» sobre grandes tecnologías y nuevos materiales que tiene previsto desarrollar con varias universidades europeas. El único cementerio donde puede enterrar obras de arte