Vida para los cementerios
VISITAMOS los cementerios con mayor frecuencia de la deseada. Sigue siendo habitual que durante las largas horas de duelo no falte quien cuente unos cuantos chistes, con esa tendencia a no desterrar el humor ni en los momentos más trágicos o solemnes; algo que llama la atención a buena parte de nuestros visitantes de otras nacionalidades. En una reciente defunción, uno de los asistentes, jocosamente, aseguraba que en Marbella «no hay donde caerse muerto»; no deja de ser una exageración y posiblemente una desafortunada expresión, pero viene a hacer alusión al lamentable estado en que se encuentran nuestros camposantos.
Desde hace muchos años los responsables de la administración local son conscientes de esta situación y en ese sentido han venido trabajando, no sin múltiples contratiempos, algo que, por otra parte, viene a cuadrar a la perfección con lo difícil que en Marbella resulta absolutamente todo. Esta afirmación que hago, que pudiese desprender cierto tufillo de victimismo, se encuentra respaldado por una larga lista de reivindicaciones que se prometen y que se eternizan, e incluso, en el peor de los casos nunca llegan.
A finales del año 2013 la alcaldesa Ángeles Muñoz anunció una respetable inversión en materia de cementerios, con una profunda reforma de los recintos mortuorios de San Bernabé, Virgen del Carmen y San Pedro Alcántara. Se anunciaba el comienzo de las obras en 2014, con una duración de trece meses y finalización en 2015. Solamente el tanatorio de San Pedro llegó a buen término, aunque con la entrada principal clausurada a la espera de la consecución de una pasarela. Se especuló en aquel momento con el cierre del cementerio de San Bernabé ( el ‘cementerio antiguo’, como se le conoce), algo que se desmintió rotundamente y que el paso del tiempo ha constatado. Recientemente, en una intervención radiofónica, el concejal de cementerios, Carlos Alcalá, ratificaba que en breve tiempo darán comienzo las obras del tanatorio de San Bernabé que va a transformarse profundamente y resaltando que el lugar es el que la ciudadanía prefiere y que, por tanto, cualquier clausura sería ilógica.
Posteriormente el cementerio Virgen del Carmen va a experimentar igualmente una transformación que parece que va a conferir al recinto la necesaria dignidad. Ya se sabe que los usuarios directos son poco dados a la queja pero sí sus familiares y amigos que denuncian las carencias de Marbella en materia funeraria, poco acordes con la enorme proyección de la ciudad. Demostrándose que en muchos aspectos Marbella es diferente, como herencia de la etapa GIL, se produjo algo tan poco común (seguramente único) como la pertenencia del terreno que ocupa el cementerio Virgen del Carmen a la Liga Profesional de Fútbol, como consecuencia del denominado caso ‘Camisetas’.
Lo rocambolesco del asunto: un recinto de uso público en manos de la Liga y con unos ‘ocupantes’ que debieron ser desalojados, en caso de que el asunto no se hubiese solucionado, llevó al portavoz Félix Romero, en una rueda informativa, no sin evidente humor, a decir que habría que recurrir a la intervención del programa Cuarto Milenio. Finalmente se logró un acuerdo con la Liga mediante una permuta. No fue fácil. No le ha faltado al Ayuntamiento de Marbella experiencia a la hora de tener que recibir un cementerio de manos privadas y aquí entramos en el terreno de la Historia. En el mes de junio de 1950, el gobierno municipal que presidía el alcalde Antonio Montero Sánchez comunicó al administrador de la Colonia de San Pedro Alcántara, Juan Robledano Ruiz, la intención de agilizar los trámites para elevar a escritura pública la cesión del cementerio de la entonces denominada ‘Barriada’ de San Pedro Alcántara.
La Comisión Municipal Permanente tuvo conocimiento, en la sesión celebrada a las doce de la mañana del día 19 de agosto de 1950, de una carta fechada en Madrid y firmada por el director gerente de la Sociedad Colonia de San Pedro Alcántara, Paulino Arias, comunicando la autorización a Juan Robledano para que otorgase la escritura pública a favor de la entidad municipal cediendo el cementerio de la Colonia. Se delegaba al alcalde Montero para que compareciese al otorgamiento de escritura. Entonces San Pedro era un reducido entramado urbano; resultaba frecuente la expresión que aseguraba que era «una calle de Marbella». Setenta años más tarde la ‘calle’ se ha transformado en un pueblo que comparte término municipal. Más que visitar su tanatorio, preferimos pasear por la calle de ‘En medio’. Ya sea peatonal o con tráfico rodado. Publicado en: Diario Sur