Cuando Prado Picón era un cementerio público
El erudito José Ramón Tolivar Faes recoge en su ‘Nombres y cosas de las calles de Oviedo’ que la referencia más antigua de la que encontró noticia al Prado Picón, la «ciudad jardín» sobre la que hoy se eleva el Seminario es de 1705. Por aquel entonces, el Cabildo catedralicio «afora a un canónigo ‘los prados de San Cipriano de arriba de la Puerta Nueva que llaman del Picón’». Más tarde, en 1808, las autoridades ordenan convertir la zona en cementerio, aprovechando la vieja ermita de San Cipriano. Pero la capacidad era muy limitada y algunos enterramientos poco profundos dieron lugar a preocupaciones de salud pública.
El Ayuntamiento de entonces buscó una alternativa y la encontró en los terrenos de El Bosque. En 1885 entró en funcionamiento el cementerio de El Salvador y el viejo de San Cipriano, del que se empezaron a trasladar cadáveres solo se volvió a usar durante el cerco a Oviedo en la guerra civil, en el transcurso del cual quedó muy destruido. Por ello, los últimos restos fueron retirados en 1941.
Las obras del actual Seminario, proyectado por Gabriel de la Torriente, comenzaron en 1942 y empezó a habitarse, aún sin terminar, en 1945. Antes, la institución educativa se había refugiado en Valdediós por la destrucción, durante la Revolución de 1934, del convento de Santo Domingo donde tenía su sede. En sus momentos de mayor auge, cuando los futuros curas empezaban a estudiar de adolescentes, alcanzó los 600 internos.