Cómo nació la entomología forense, insectos y muerte
En 1855, el cadáver momificado de un bebé fue hallado en la chimenea de una casa a las afueras París. Tras realizar la autopsia, el doctor Bergeret d’Arbois llegó a la conclusión de que el crimen fue perpetrado hacía casi diez años, en 1848, al observar los insectos que habían anidado en el cuerpo y los restos depositados en el mismo. Las autoridades aceptaron las pruebas que proporcionó d’Arbois y los moradores de la casa en 1948 fueron detenidos por asesinato. De esta trágica forma nacía la entomología forense.
En ciertas ocasiones es imposible certificar la hora exacta en la que se ha cometido un crimen. Ahí es cuando se hace imprescindible la figura del entomólogo forense, un profesional que recoge y estudia los insectos y larvas presentes en el cadáver con el fin de datar la muerte. Asimismo, también son capaces de verificar si el cadáver ha fallecido en el lugar donde ha sido encontrado o ha sido trasladado hasta el mismo.
El entomólogo conoce el tipo de los insectos que acuden a un cuerpo para alimentarse de él y en qué momento del proceso de descomposición lo hacen. Los insectos son atraídos por el olor de los gases desprendidos en el proceso de degradación de los principios activos (glúcidos, lípidos y prótidos), gases como el amoniaco, ácido sulfhídrico, nitrógeno libre y anhídrico carbónico. El olfato de los insectos es superior al humano, incluso se han llegado a dar casos en que se ha realizado la puesta de huevos en personas que estaban agonizando.
Los insectos que están presentes en el cadáver se dividen en cuatro categorías: las especies necrófagas, aquellas que se dan un festín con el cuerpo y son claves a la hora de determinar el intervalo post morten, como los dípteros y coleópteros; especies necrófilas, se alimentan de las necrófagas y corresponden a dípteros, coleópteros o ácaros, entre otras; especies omnívoras, comen todo lo que se les ponga delante, ya sea el cuerpo o las especies necrófagas o necrófilas, y son las hormigas, avispas o escarabajos, y las especies oportunistas, aquellas que utilizan el cuerpo como fuente de calor, humedad, o incluso de alimento, por ejemplo las arañas.
Las hembras cuando llegan al cadáver lamen la sangre u otras secreciones naturales y ponen los huevos en los primeros momentos de la muerte. Por otro lado, los sarcofágidos en vez de huevos depositan larvas vivas, las cuales se desarrollan en el cadáver.
El estadio de huevo puede durar entre 24 y 72 horas y la puesta la suelen realizar en los orificios naturales como son los ojos, la nariz y boca. Los entomólogos diseccionan y analizan el estado embrionario de los huevos para saber en qué momento de produjo la puesta, y por tanto la muerte.