Distintos argumentos sobre la cremación y sus efectos dañinos para la salud
Una versión defiende que por lo general, un horno crematorio o una incineradora emite los mismos gases (CO2, óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno y monóxido de carbono) que un tubo de escape, aunque a unos niveles no contaminantes, según explicó José Luis García Fierro, investigador del CSIC, a Europa Press.
En concreto, los expertos señalan que cada cremación libera unos 400 kilos de CO2 a la atmósfera. Aunque, realmente el problema son las toxinas que emite este proceso; en concreto, los vapores de mercurio que se producen a causa de los empastes dentales. Este metal está asociado a problemas mentales y que suele acabar en la cadena alimentaria a través del pescado.
Científicos estadounidenses aseguran haber demostrado que cada incineración libera entre dos y cuatro gramos de mercurio al aire. Un estudio del año 2009 realizado en crematorios de Cataluña señala que, además del mercurio, se producen emisiones de compuestos más nocivos: Benzofuranos y benzodioxinas o PCDD/F.
«Los resultados muestran que, en comparación con las emisiones de PCFF/F de otras fuentes, aquellas que corresponden a crematorios son significativamente menores, pero las del mercurio no deben ser infravaloradas», explica el estudio.
Gases efecto invernadero a niveles NO contaminantes
También hay quienes argumentan que la cremación humana emite los mismos gases de efecto invernadero (GEI) generadores del llamado “cambio climático” que los tubos de escape de los vehículos, aunque a unos niveles no contaminantes.
Por cada kilogramo de materia humana se emiten a la atmósfera, ‘grosso modo’, unos 4,5 kilogramos de dióxido de carbono (CO2), teniendo en cuenta la suma del carbono y el oxígeno con las emisiones que implica poner un horno crematorio por encima de los 800 grados centígrados.
Los hornos crematorios e incineradoras están regulados por una Directiva Marco de la Unión Europea y por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino de forma “muy exigente” y “muy detallada” para que las emisiones de los gases contaminantes que generan “sean mínimas”.
De acuerdo a esta legislación comunitaria, en un horno crematorio los gases de combustión se deben mantener en una cámara térmica durante unos dos segundos a una temperatura de 850 grados centígrados con aire que contenga al menos un 6 por ciento de oxígeno para originar “muy pocos contaminantes”.
También la normativa nacional establece “límites máximos” de emisión en plantas incineradoras y en hornos crematorios cuyo procedimiento varía en el tipo del ‘residuo’ a incinerar. La diferencia, es que los primeros se destinan a residuos de gran tonelaje y tamaño mientras que los segundos son más pequeños y se emplean, “normalmente” para seres humanos.