Recorrer un cementerio con los ojos tapados palpando, ataúdes, huesos humanos, flores, agua putrefacta y hierbas
El pasado sábado 12 de enero de 2019, Quito Post Mortem, junto a un grupo de personas que se concentraron en la entrada del cementerio El Tejar, sobre el Centro Histórico de Quito, capital de Ecuador para hacer necroturismo.
Los asistentes aguardaban, mientras caía la noche, para los integrantes de Quito Post Mortem, un grupo que brinda servicios de necroturismo (visita a los cementerios con finalidad turística) y turismo nocturno a oscuras, en cementerios con pasado histórico y estigmatizados.
Alexandra Ortega, coordinadora de Quito Post Mortem, vestida de negro, con una manta en la cabeza, se acercó a los asistentes. Recordó que se trataba de un recorrido «a ciegas». «Están a punto de entrar a un lugar al que agradecemos su respeto, quien se tome a burla lo que haremos, será sacado», advirtió.
Una visita a ciegas
Ortega aclaró que la selección para entrar al cementerio era «aleatoria», porque se trata de «una experiencia personal» ya que se trataba de hacer un recorrido a ciegas.Les puso una venda negra sobre los ojos y un ayudante tomó al turista de la mano y lo condujo al interior del camposanto.
Una vez en el interior, totalmente a ciegas, los asistentes comenzaron a oír música sacra y a palpar, con el resto de los sentidos, todo lo que hay en el cementerio.
La responsable de Quito Post Mortem dijo que «en el momento en que las personas están sin la visión, se logra que los otros sentidos se pongan más alerta», dice Ortega, y señala que «pueden tocar cualquier cosa, desde los ataúdes que han sido recién exhumados, huesos, las rosas, agua podrida de los floreros, están expuestos a todo eso y mucho más», y ese es precisamente el objetivo del tour —sigue— «de que la gente tome en cuenta esos pequeños detalles, observen que el cementerio no es solo un nicho, lo componen un montón de elementos que nosotros, de una u otra manera, lo estamos dando a conocer».
Insiste en que a ciegas «el visitante se inmiscuye más en el ambiente» y lo que busca Quito Post Mortem con este recorrido es que «las personas generen su propia experiencia, romper con el turismo tradicional en el que un guía se para delante y empieza a decir todo lo que sabe de memoria».
«Aquí la gente es la que genera su propio conocimiento del lugar, su propia impresión, en base, incluso, a sus conocimientos previos, a su cultura y a su concepción, también, de la muerte», menciona. Además, según lo que han observado en los recorridos, «mientras van a ciegas, las personas van pensando y meditando».