Galicia solo regulariza medio centenar de sus 2.000 cementerios alegales
«Todos deben ser regularizados». Era el 11 de noviembre del año 2014 y esas las palabras con las que se expresaba el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda. La Xunta acababa de aprobar el Decreto de Sanidade Mortuoria. Un marco regulatorio que nacía con la intención de unificar todos los cementerios de Galicia teniendo muy presentes sus diferentes realidades.
Casi cinco años después de la creación de esta norma, el modelo ha naufragado. Desde el 2014 solo se han regularizado 49 camposantos en Galicia, cuando el objetivo eran más de 2.000 cementerios alegales de los casi 3.800 que hay en la comunidad.
El decreto está a día de hoy en revisión y nadie parece tener claro lo que ha sucedido. La norma establece medidas muy concretas para los cementerios de nueva creación -distancias con respecto a viviendas, medidas de los nichos o instalaciones mínimas-, pero también contempla que en Galicia hay un auténtico universo de cementerios, muy anteriores al decreto, que no podrán ceñirse a estos requisitos. ¿Qué se les pidió a los titulares de estos camposantos? Pues que solicitasen la licencia aportando información como su antigüedad, superficie, capacidad y si cuentan con bienes protegidos.
El decreto reconoce además el papel de los cementerios parroquiales en su existencia previa a la norma. Y es que de los casi 3.800 cementerios gallegos, más de 3.500 tienen como titular alguna entidad religiosa. Desde el Arzobispado se asegura que se ha instado a los párrocos «que procuren actualizar» este requisito. El vicario general Víctor Maroño explica que el decreto se publica todos los años en el Boletín Oficial del Arzobispado. «Los sacerdotes y los feligreses van regularizando los cementerios cuando se realizan ampliaciones», dice.
Varios párrocos consultados por este periódico aseguran desconocer la norma o, los que llevan menos tiempo, dan por hecho que su antecesor acudió al ayuntamiento a formalizar la documentación. Y es que los trámites burocráticos recaen en cada ayuntamiento. «Todo nos toca a nosotros. Aquí se sacan normas todos los días, pero otra cosa será que se puedan cumplir. El tema de los cementerios es complejo porque la mayoría son del obispado. Desde luego, en los consistorios no se ha notado», explica Alfredo García, presidente de la FEGAMP.
Alto nivel de saturación
Los únicos camposantos que han dejado atrás su situación alegal son aquellos en los que se han tenido que acometer ampliaciones. Una necesidad que irá en aumento en los últimos años. Los cementerios gallegos están muy saturados. De los casi 1.300 camposantos de la provincia de Lugo, 438 están al 100 % de ocupación.
En A Coruña, casi un centenar de sus 979 camposantos superan incluso el 90 %. En Ourense son 380 de casi 900 los que están al borde del colapso y en Pontevedra, 62 de un total de 624. En San Tomé de Piñeiro, en Marín, ya saben lo que es quedarse sin sitio. Su imponente cementerio «viejo» fue clausurado en el 2018. Un trámite que también contempla y tiene que constar según esta normativa.
En el camposanto marinense no se enterraba a nadie desde el año 2000. Su clausura tuvo que ser tramitada por el concello de la localidad pontevedresa. Entre otros requisitos, la norma recoge que los restos tiene que ser inhumados en otro recinto o cremados, previa autorización de la jefatura de Sanidad de la zona. «Era moi pequeno e estaba enclaustrado entre vivendas. Houbo xente reacia a trasladar os restos e incluso herdeiros ilocalizables, por non falar dos trámites e do papeleo», dicen desde la comunidade de montes de la localidad, impulsora del nuevo camposanto. «Fixémolo nós e agora é dunha asociación de propietarios», explican sobre un ostentoso recinto que supuso el adiós a un viejo y bonito cementerio que va camino de convertirse en parque. // La Voz Galicia