Sarcófagos antropomorfos fenicios de Cádiz, la “verdad» se conocerá en otoño
Los sarcófagos antropoides de Cádiz son los únicos ejemplares encontrados hasta la fecha en España, y en toda Europa sólo existen, además de éstos, algunos en Sicilia.
La mayoría de los investigadores piensan que las piezas gaditanas son importaciones del Mediterráneo Oriental o del sur de Italia, que confirman el destacado papel de Gadir en el mundo fenicio. En cualquier caso, está claro que las personas que se enterraban en este tipo de sarcófagos pertenecían a la clase dirigente, pese a que los ajuares que poseían fueran muy escasos. El propio contenedor del cuerpo era por sí solo un elemento de prestigio al alcance de muy pocos.
EL SARCÓFAGO MASCULINO
El hallazgo del sarcófago antropoide masculino se produjo de manera casual, como consecuencia de los desmontes realizados en el lugar llamado «Punta de la Vaca» de la ciudad de Cádiz, en 1887. El 10 de marzo aparecieron los dos primeros hipogeos de una serie de doce. Uno contenía un esqueleto de hombre junto con restos de armas de hierro y huesos de animales tallados, y el otro un esqueleto de mujer y algunas joyas de oro. El 30 de mayo apareció el tercer hipogeo, el más importante de todos por contener el sarcófago.
Éste está compuesto de dos piezas de mármol, caja y tapa. La tapa representa a un hombre barbado, vestido con túnica bajo cuyo borde asoman los pies, que sostiene en una de sus manos una granada, labrada en la tapa, y en la otra una guirnalda de hojas o flores, pintada, que ya hoy no se conserva. Dentro se encontraba un esqueleto, algunos fragmentos de madera y cinco clavos de bronce, restos de la caja interior.
El trabajo de la piedra indica la labor de un artista griego o fenicio muy helenizado, buen conocedor de las técnicas de los grandes maestros del arte clásico del siglo V a.C. Dadas las circunstancias del hallazgo, y la falta de documentación, es imposible reconstruir con detalle la estructura que cobijaba el sarcófago.
Los hallazgos de tumbas en el lugar se prolongaron hasta agosto de 1892, pero sin producir ningún otro resultado de la importancia del sarcófago.
EL SARCÓFAGO FEMENINO
El viernes 26 de septiembre de 1980 se comunicó al Museo de Cádiz el hallazgo de una tumba en un solar de la calle Ruiz de Alda, donde se estaba construyendo un edificio. Dado lo avanzado de la hora y la proximidad del fin de semana, se indicó que se cubriera con arena para proceder a su excavación a partir del sábado. El lunes 29 del mismo año, el personal del Museo se encontró con la sorpresa de que se trataba de un sarcófago antropoide, esta vez con una figura femenina labrada en su tapa.
El sarcófago se encontraba protegido por una funda de sillares verticales alrededor de la tapa, que habían sido labrados interiormente siguiendo la forma antropoide, y quedaba cubierto por bloques de piedra de gran tamaño, ahuecados para proteger la cubierta. Una excavadora había chocado con la tumba, desplazando la cubierta y seccionando la tapa a la altura de los tobillos.
En la tapa del sarcófago se indicaban los rasgos físicos de una figura femenina. La cabeza, en altorrelieve, corresponde a los rasgos de una mujer joven peinada con tres filas de bucles en forma de bolas. El rostro tiene una expresión serena y reposada. Los ojos son grandes y de párpados gruesos, la nariz recta y la boca pequeña. El cuello queda indicado por una pequeña depresión que parece imitar el borde superior de la túnica. El vestido es liso, sin pliegues ni cinturón, no se marcan las mangas y debe pensarse que todos los complementos decorativos se indicarían mediante pintura, que ya no se observa. La única policromía que permanece es la del pelo, de color rojizo. La mano derecha está extendida y abierta, mientras que la izquierda se pliega sobre un alabastrón alargado.
En la excavación no se detectó otro objeto o estructura constructiva relacionado con el sarcófago. No existían trazas de si se abrió una zanja con rampas para bajarlo, pero la falta de cualquier paramento para la contención de la arena invitaba a pensar que se abrió un espacio amplio hasta unos dos metros de profundidad bajo el nivel natural y que el sarcófago se colocó en el fondo, procediéndose después a su revestimiento con los sillares ya preparados.
La descomposición de los restos humanos y de las envolturas con las que se habían preparado formaron una capa homogénea de tierra ennegrecida, posiblemente por la penetración de algunas raíces, que tenía unos siete centímetros de profundidad y en la que se contenían los huesos y algunos objetos. Sólo quedaban por encima de este relleno la parte superior del cráneo y la arista externa de las tibias.
La disposición de los huesos indicaba que el cadáver había sido colocado con los brazos estirados y las manos recogidas sobre la pelvis, la izquierda sobre la derecha, y que se le había vendado fuertemente de modo que la columna vertebral estaba sensiblemente doblada y que las rótulas quedaban en contacto.
A los lados del cráneo se encontraron unas pestañas de bronce que indican la existencia de una máscara funeraria; esta máscara formaría parte del estuche cuya forma se vació en el fondo de la caja. Cuatro clavos de bronce hallados junto a los pies deben corresponder a otro estuche similar que cubriría esta parte. El resto del cadáver podía ir cubierto con cartones estucados y pintados al estilo de los sarcófagos egipcios tardíos.
Los restos de tejidos, de los que a simple vista se observaban hasta ocho capas superpuestas, invitaban a pensar en una momificación parcial a base de vendajes muy apretados, mejor que en un sudario único. Los únicos objetos de ajuar eran piezas de uso muy personal, sin valor material. Se trata de un escarabeo de calcedonia verde y cinco pequeños colgantes de loza en forma de ureus.
LO QUE NADIE DISCUTE
Que los restos del sarcófago antropoide femenino era un hombre y los del masculino una mujer nadie lo niega ya. Pero el Museo Provincial de Cádiz no hará pública esta información oficialmente acompañando con cartelas a estas dos piezas estrella de la casa hasta que no se publiquen los estudios que actualmente se están realizando sobre sus restos.
Así lo confirma el director de la pinacoteca gaditana, Juan Ignacio Vallejo, quien añade que “cuando los resultados de las investigaciones estén completos y una vez que vayan a publicarlos en los circuitos científicos, el Museo de Cádiz invitará al equipo de investigación a exponerlos en la propia institución para favorecer así su difusión y su debate científico”.
En este sentido Vallejo puntualiza que “los resultados publicados se plasmará en la nueva información que se facilitará al público en la exposición de estos sarcófagos en el Museo de Cádiz”.