Efeméride: En julio de 1994 llega el primer horno crematorio de Galicia
La cremación es hoy una opción habitual, pero hace 25 años sorprendía. Aquel verano de 1994 la Empresa Mixta de Servicios Mortuorios de Vigo (Emorvisa) fue la primera en Galicia en ofrecer rituales de incineración.
El 21 de junio, miembros de la funeraria y representantes de la administración local acudieron a la inauguración y bendición del horno crematorio instalado en el local junto al cementerio de Pereiró.
La Voz de Galicia reflejaba tal día como hoy, hace un cuarto de siglo, que ya se habían realizado 22 servicios en un mes y medio, muchos más de lo esperado, que eran una decena al año. La novedad permitía a muchas personas despedirse de sus seres queridos a un precio más asequible que al de las tradicionales exequias de inhumación. «El horno crematorio supuso un factor de modernidad para la ciudad», expresa el que entonces era alcalde de Vigo, Carlos González Príncipe, al conocer la efeméride.
Antes de disponer de horno crematorio en Vigo, así como en toda Galicia, los cuerpos de los finados iban «directamente a tierra». Príncipe recuerda que antaño los restos mortales de aquellos cuya voluntad era ser incinerados debían trasladarse al crematorio más próximo, en Madrid.
Solo los gastos de transporte suponían unas 250.000 pesetas (1.500 euros), que luego se sumaban a los costes funerarios. Príncipe explica que antiguamente «la cremación se limitaba a las familias ricas». La llegada del horno fue parte del impulso que, dice, su alcaldía quiso dar para modernizar los servicios mortuorios locales, que había empezado con la constitución del monopolio de Emorvisa en 1987 y al que siguió la inauguración del tanatorio de Pereiró en 1991.
Sobre la adquisición del horno, Príncipe señala que en 1994 se dijeron muchas «barbaridades» al respecto, como que las emisiones de humo serían nocivas para el medio ambiente. En su opinión, «cualquier novedad era una revolución». Además, rememora que le armaron «el mismo pollo que con la empacadora», en referencia a las protestas contra la planta de residuos de Guixar que protagonizaron los vecinos de Teis allá por 1995. Con esta alusión, sentencia: «Como pasa con todos los cambios en esta ciudad, tienen que vencer los obstáculos de los sectores conservadores».
Hace más de 25 años la cámara incineradora de Pereiró se consideraba un invento de alta tecnología. Carlos Príncipe lo califica como «el mejor horno del mercado», que se adquirió tras visitar la parisina feria de arte funerario en 1993. El artilugio había costado 60 millones de pesetas de la época (320.000 euros).
El alto precio y la poca demanda de cremaciones hicieron que aquel año el alcalde Príncipe asegurase que el proyecto presentaría pérdidas y no terminaría de amortizarse hasta pasados unos años. Esta preocupación ya es agua pasada, y el exregidor destaca el «magnífico servicio» que han dado desde el tanatorio y los beneficios que la creciente demanda de incineraciones trajo a las arcas municipales. En 1994 el precio de la incineración en sí era de 33.000 pesetas (200 euros) para los vigueses y 55.000 (330 euros) para el resto.
Las nuevas instalaciones se crearon pensando en cubrir la demanda del norte de Portugal, Asturias, León, Zamora y toda Galicia, por lo que era de esperar una subida en los ingresos por estos servicios funerarios. Junto a la noticia de la gran demanda que registraba el horno crematorio en sus primeros días, que en 1994 firmaba Begoña R. Sotelino, destacaba obituario del pintor Ángel Sevillano, uno de los primeros en ser incinerado en Pereiró. Sevillano había sido un personaje insigne: autor de pinturas costumbristas de estilo naíf y docente, había perdido la vida prematuramente por un cáncer.
Hoy en día la escasez de hornos crematorios es historia antigua. Según cifras del 2018, en España hay más de 400 hornos crematorios en todo el país y se realiza un promedio de 446 incineraciones al día y ya son más de la mitad del total de servicios funerarios.