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Actualizado: 27/11/2024
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El hallazgo de 25 tumbas de aristócratas guerreros íberos arroja luz sobre los siglos VI y II antes de a.C

El hallazgo de 25 tumbas de aristócratas guerreros íberos arroja luz sobre los siglos VI y II antes de a.C

Vía: Actualidad RT

Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) encontró en la necrópolis íbera de Alarcos (en Ciudad Real, a unos 200 kilómetros al sur de Madrid) las tumbas de 25 aristócratas guerreros íberos, y creen que uno de ellos pudo ser un príncipe de este pueblo, que se estableció en el este y el sur de la Península Ibérica entre los siglos VI y II antes de Cristo, (a.C).

Aunque se informa ahora, «el hallazgo tuvo lugar en realidad años atrás», tal como aclaró a RT el director del Museo de Ciudad Real, José Ignacio De la Torre.

Las tumbas, descubiertas en excavaciones llevadas a cabo entre 2014 y 2016 –tras un hallazgo casual en 2013, durante la realización de una obra en infraestructuras hidráulicas–, datan de los años situados entre el 200 y el 90 antes de Cristo, es decir, de un periodo coincidente con el final de la Segunda Guerra Púnica, que enfrentó durante al menos 17 años (218-201 a.C) a Roma y Cartago, las dos potencias que dominaban el Mediterráneo occidental en aquellos tiempos.

Esa coincidencia temporal alienta una sospecha relativamente razonable sobre la posible participación de estos aristócratas guerreros en la contienda, ya que los íberos, un pueblo cuyos combatientes acostumbraban a ser mercenarios desde varios siglos atrás, establecieron en ocasiones alianzas puntuales con algunas de las fuerzas en conflicto.

«Tuvieron que estar implicados de una manera u otra». El profesor de Prehistoria de la UCLM, David Rodríguez, explica que se sabe «a ciencia cierta» que los restos humanos hallados en la necrópolis de Alarco «pertenecen a la misma época, y que de alguna manera tuvieron que estar implicados» en la Segunda Guerra Púnica, si bien «no hay constancia documental fidedigna de que ellos mismos fuesen parte de los contingentes armados participantes».

En cualquier caso, el profesor subraya que «estas aristocracias en ningún caso son ajenas a todos los sucesos que se desencadenan en la Península Ibérica a partir de la guerra entre Cártago y Roma y la posterior conquista romana».

Rodríguez insiste además, basándose en la cercanía de los restos con el sitio en el que tuvo lugar la llamada ‘batalla de los toros de fuego’ [en la que murió el célebre general cartaginés Amílcar Barca], a unos 200 kilómetros de la necrópolis, en que «estos íberos, casi con toda seguridad, tuvieron que estar implicados de una manera u otra».

Materiales que describen una época
Tal como explica este profesor, el estudio del lecho funerario ibérico permite analizar las estructuras, los restos humanos, los ajuares y las ofrendas encontradas en los enterramientos, con el fin incrementar el conocimiento de una sociedad prehistórica sobre la que no existen documentos escritos descriptivos.

«A través de nuestro trabajo extraemos información socioeconómica muy importante, independientemente de que todos los datos sobre acciones bélicas sean los que más llamen la atención», explica Rodríguez, remarcando en la riqueza documental de estos hallazgos y su valor como medio para «caracterizar la sociedad» de la que proceden.

En la necrópolis de Alarco, en concreto, los arqueólogos han encontrado un gran ‘tumulus’ escalonado, que es «una estructura funeraria monumental con unos sillares perfectamente trabajados», y también una gran cantidad de materiales, entre los que se encuentran elementos metálicos como armas y orfebrerías, además de los propios restos humanos.

Rodríguez comenta que le hizo «especial ilusión» el hallazgo de «elementos orfebres procedentes del comercio exterior», objetos importados entre los que destacan «unos collares elaborados con un tipo de mineral que se llama cornalina, que se sabe que no existe en la península ibérica».

«Este tipo de importaciones demuestran el poder que tenían estas élites aristocráticas para comerciar con lugares lejanos, y observar cómo a través de esos elementos de prestigio hacían ver al resto de las personas de su sociedad que su estatus era diferente», explica el profesor.

David Rodríguez también comenta que él y sus colegas ya están «realizando trabajos de prospección para localizar más necrópolis similares, incluso un poco anteriores, alrededor del cerro de Alarcos», porque saben que allí «habría más, evidentemente». Mientras tanto, esos posibles vestigios esperan en silencio el trabajo paciente de los arqueólogos y expertos, que revelarán sus significados permitiendo, probablemente, otro apasionante viaje en el tiempo hacia épocas remotas.

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