Coronavirus: Cómo se viene la muerte tan callando
Trabajar en una funeraria no te prepara para vivir una situación tan dramática como la que se esta viviendo, ver a cientos de cadáveres que se apilan en las funerarias de toda España para ser incinerados.
El trabajo de un tanatopractor es preparar a los cadáveres para los funerales, disimulando la palidez de la muerte y dándoles a los cuerpos un aspecto de paz y serenidad.
Pero desde que se declaró un estado de emergencia por coronavirus el 14 de marzo, las casas funerarias de España deben seguir estrictos protocolos para evitar contagios. No pueden arreglar los cadáveres y los familiares de los muertos no pueden verlos por última vez antes de enterrarlos.
Hoy por hoy los cadáveres infectados no pueden ser retirados de las bolsas estancas selladas donde los colocan. Son depositados en los féretros tal y como llegan. En Collserola, (Barcelona) han habilitado un aparcamiento subterráneo para ser usado como morgue en el que había unos 500 cadáveres de personas que murieron o se sospecha que murieron por coronavirus.
En el garaje refrigerado los autos han sido remplazados por hileras de ataúdes. El personal trabaja las 24 horas, cotejando los números del lote de estacionamiento con los nombres en los cadáveres.
El espacio administrado por los Servicios Funerarios Mémora fue equipado con un acondicionador de aire para preservar los cadáveres en momentos en que los cementerios y crematorios no dan abasto para satisfacer la demanda.
El virus ha matado a más de 20.473 personas en España, según las autoridades, que solo toman en cuenta los casos confirmados, en los que a las víctimas se les detectó el virus. Pero las casas funerarias saben que la cifra es mucho más alta, se calcula que los muertos por coronavirus podrían ser más de 45.000.
Las autoridades de salud de Cataluña dieron a conocer la pasada semana por primera vez la cifra de muertos por el virus generadas por las casas funerarias. Indican que a día de hoy son más de 10.000 personas las que han fallecido por causas relacionadas con el COVID-19, más del doble de la cantidad reportada por las autoridades, que hasta ahora solo contabilizaban los muertos en hospitales y geriátricos.
La demanda de cremaciones es tan alta en Barcelona que incluso con los cuatro hornos de la ciudad operando las 24 horas del día, los siete días de la semana, las autoridades consideraron la opción de almacenar los cadáveres en sitios temporales.
El tráfico de entrada y salida es intenso. Camionetas blancas llevan los cadáveres que recogen en hospitales, geriátricos y residencias privadas, y carrozas fúnebres los trasladan a su destino final, uno por uno.
Por otra parte, decir que el titular que he elegido para este artículo corresponde a un verso extraído de la elegía que escribió Jorge Manrique; “Coplas por la muerte de su padre”.