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Actualizado: 22/11/2024
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Capellán instala una carpa en la entrada del cementerio para dar un responso antes del entierro o incineración

Capellán instala una carpa en la entrada del cementerio para dar un responso antes del entierro o incineración

La aparición del coronavirus hizo que cambiásemos nuestras costumbres y en el ámbito funerario se suspendieron los funerales, los velatorios, y se redujo el número de personas que podían estar presentes.

El goteo de fallecidos que se enterraban en el cementerio de San Carlos Borromeo de Salamanca era constante. Con estas medidas, durante unos días, los coches fúnebres iban directamente a las tumbas y se enterraban sin ningún tipo de rito fúnebre ni acompañamiento a las familias. Así lo fijaban las medidas marcadas por el Gobierno.

El capellán del tanatorio desde los últimos nueve años es José María Morales, Chema, que consciente de la situación, decide poner en marcha un sistema que garantice un responso y el acompañamiento a las familias. “Sentí la necesidad urgente de hablar con los compañeros míos y ver qué se podía hacer”, admite, “es nuestro deber y obligación, acompañarles, como siempre se ha hecho en ese momento único de la despedida del ser querido”.

Asegura que cumplir el rito funerario, “ilumina, consuela, fortalece y acompaña en lo más íntimo, te da esperanza, y lo más importante, te hace sentir que tu ser querido está vivo, pasamos a esa vida en plenitud”.

El capellán del tanatorio asegura que la última despedida es “esencial y necesaria”, para la buena salud, a todos los niveles, de aquellos que han perdido los seres queridos en estas circunstancias “imprevistas y tremendas”.

Al equipo se sumó Bermúdez como psicólogo voluntario que ya realizaba esa labor de apoyo en el tanatorio antes del covid-19. Desde hace tres semanas, un grupo de 12 sacerdotes y el psicólogo están junto a las familias y se realiza la oración de exequias a cada fallecido. “El responso es breve, sencillo, pero muy digno, de manera que las familias cuando se produce el enterramiento están acompañadas”, detalla este psicólogo.

Junto a la entrada del cementerio se ha instalado una carpa, donde han colocado una Cruz y un hisopo, como detalla Nacho Bermúdez. En cada enterramiento se sigue el mismo ritual: “Se recibe a la familia en la carpa, de entre 3 a 5 familiares máximo, se les acompaña hasta la tumba, se bendice la misma, y se realiza la oración”.

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