Descubren tumbas de 3.000 años de antigüedad y tesoros arqueológicos milenarios
La misión de la Universidad de Barcelona en Oxirrinco, uno de los mayores yacimientos de Egipto, no tiene nada que envidiarle a Indiana Jones y prueba de ello es su más reciente descubrimiento.
Oxirrinco, a menos de 200 kilómetros al sur de El Cairo y descubierta hace dos siglos, ha sido objeto frecuentemente de saqueos por cazatesoros y es conocida porque los ingleses Bernard Grenfell y Arthur Hunt encontraron en ella 100.000 papiros a principios del siglo XX.
En el pasado se han hallado una tumba saíta con once cámaras y un ajuar funerario de más de 800 piezas, y una ofrenda de 50.000 piezas—algunos seudomomificados—, única en Egipto.
Sin embargo, Esther Pons, jefa junto a Maite Mascort de la misión española de 15 integrantes y financiada por el Ministerio de Cultura, hace énfasis en el reciente descubrimiento. “Este año hemos encontrado ocho tumbas, todas construidas con bloques de piedra blanca caliza. Seis son de la época saíta-persa, es decir de 664 a 330 antes de Cristo, el momento en que Alejandro Magno entra en Egipto y se produce un cambio importante a todos los niveles”, explica.
Las seis son de una sola cámara y su construcción es distinta a la encontrada hasta ahora en el yacimiento, con techos planos o inclinados en vez de abovedados, y un tipo de enterramiento diferente, sin sarcófago.
Se trata de un hallazgo único en Oxirrinco que demuestra un cambio al final de la época saíta en la forma de los enterramientos.
Las otras dos tumbas halladas recientemente son del período siguiente, el ptolemaico-romano o greco-romano. Cuatro tenían en su interior a un individuo momificado, a veces colocado sobre una plataforma de madera, y también aparecieron miles de canutillos y cuentas de collar, al igual que figuritas funerarias.
Dos tumbas halladas este año permanecían selladas desde hacía 3.000 años, con el espacio justo para una persona y cerradas con dos bloques de piedra y mortero.
MÉTODO
La arqueóloga explica que, debido al reducido tamaño de las tumbas, el equipo tuvo que poner cajas y una madera encima, tumbarse sobre ellas e ir excavando “de los pies a la cabeza” del individuo para no afectarlo.
Cada experto estaba en el interior no más de media hora. “Siempre había dos personas, una en la puerta de la tumba y otra dentro, por si necesitaba algo, por si le faltaba aire”, relata Pons.
Las piezas se guardan en un almacén de la misión, excepto las más importantes, que serán seleccionadas por responsables del Servicio de Antigüedades de Egipto para llevarlas a sus almacenes.
Con la construcción de nuevos museos, como el Gran Museo Egipcio que abriría sus puertas en 2021, las autoridades recolectan material de los yacimientos para llenar las futuras salas.