Los cementerios como oferta turística
En el Cementerio del municipio de Ronda (provincia de Málaga), el mausoleo del fundador de la Caja de Ahorros de Ronda, don Juan de la Rosa, cuenta con un ángel y una poco conocida piedad del famoso escultor Juan de Ávalos.
En el mismo camposanto, el investigador Carlos Sarriá ha seguido la pista a una cruz del siglo XVI, que fue trasladada a una calle de Ronda en el último tercio del XIX, y tras algunos actos vandálicos buscó refugio en el cementerio.
Y qué decir del cementerio octogonal de Sayalonga, no tan popular como el de Casabermeja – Bien de Interés Cultural desde 2006- pero otro precioso ejemplo de arquitectura popular funeraria, mientras que en el de San Miguel de Málaga capital, con lo que se topa el visitante es con «la historia viva de la ciudad de los últimos 200 años», cuenta Francisco Rodríguez Marín.
Este profesor de Historia del Arte de la Universidad de Málaga cuenta que está vinculado al Cementerio de San Miguel desde que tenía seis o siete años. «Vivía en Segalerva, mi abuela paterna falleció y todos los domingos, durante años, mi abuelo y mis tíos venían a visitar el nicho; era como un ritual: compraban flores, limpiaban el nicho, después se tomaban su cerveza…tengo esa memoria desde la niñez».
Más tarde, al realizar la tesina sobre la arquitectura doméstica en el Centro de Málaga se topó con conocidos arquitectos que también eran autores de monumentales mausoleos del Cementerio de San Miguel. Desde entonces, quien también preside la Asociación en Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial de Málaga es un acérrimo defensor del Patrimonio Funerario y de sus potencialidades.
Prueba de ello es el reciente libro ‘Cementerios patrimoniales y turismo: una visión multidisciplinar’, que acaba de coordinar con el profesor Manuel Ramírez-Sánchez, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y en el que participan 25 expertos de seis países, con varios trabajos que tienen a Málaga como protagonista.
Como detalla, se trata de «un hito dentro de la línea editorial», porque si bien existen muchas monografías sobre cementerios, y en los 90 la UE subvencionó un libro sobre cuatro camposantos europeos de renombre, este es el primer libro «que reivindica el uso turístico y cultural de los cementerios».