El juzgado aprecia varias irregularidades y prohíbe la apertura de un crematorio en el tanatorio de Écija
Los vecinos del municipio de Écija (provincia de Sevilla) llevan trece años. desde el 2007, luchando para que el tanatorio de la ciudad no instale un nuevo horno crematorio, por contaminante y muy perjudicial para las personas.
La empresa que gestiona los servicios funerarios de la localidad, Tanatorio de Écija S.L., quiere instalar un horno crematorio cerca del núcleo poblacional, lo que provocaría, según argumentan quienes se oponen a ello, grandes daños por contaminación.
Ecologistas en Acción ha valorado este martes que el Juzgado de lo contencioso-administrativo número 12 de Sevilla «haya estimado la demanda al completo de la organización y haya fallado que hubo varias infracciones jurídicas en el procedimiento tanto de la licencia como de construcción de la chimenea del crematorio de Écija (Sevilla)».
«La jueza considera errónea la valoración aportada por la empresa Tanatorio de Écija SL. La población potencialmente afectada es de unas 6.000 personas y no 4.340; la preocupación ciudadana es alta y no media; las coordenadas de la chimenea no son reales, no hace referencia a las viviendas más cercanas ni a los huertos existentes».
El fallo también señala, según Ecologistas en Acción, que, «en vez de tomar los datos de contaminación de base de la estación de vigilancia de Córdoba, a 46 km, se toman los datos de Guillena, situada a 89 km del tanatorio, que los vecinos no pudieron presentar alegaciones a la Autorización de emisiones a la atmósfera por no haber sido informados del proceso y que el informe favorable se otorgó con datos claramente falsos y ocultando uno de los planos».
«Un horno crematorio es una instalación industrial de combustión que contamina la atmósfera y emite gases tóxicos, como dioxinas, furanos, mercurio, ácido clorhídrico y dióxido de azufre, incompatibles con usos residenciales», incide el comunicado. «Recordemos que el mercurio es una sustancia persistente extremadamente tóxica para los seres humanos, los ecosistemas y la vida silvestre, y que en dosis relativamente bajas puede afectar al desarrollo neurológico y a los sistemas cardiovascular, inmunológico y reproductor. Los más vulnerables a este metal pesado son las mujeres en edad fértil y los niños».