Un cúmulo de errores hace que incineren a un cadáver por error y entreguen sus cenizas a otra familia
Rubén Alonso Villar, de 40 años, viajaba con la urna de las cenizas de su padre desde Vigo hasta Asturias, a mitad del camino le llamaron desde el tanatorio pidiendo que devolviera la urna, porque las cenizas que le habían entregado no eran de su padre, sino de un ciudadano portugués.
En el coche llevaban los restos de un desconocido, además de que Rubén y su esposa le habían estado velando toda la noche anterior: “Paramos para tomar algo. Nos quedamos helados. Era increíble todo”, ha explicado Rubén a El País.
Por cortesía un empleado de la funeraria le ofreció desplazarse hasta Asturias y cambiar allí la urna de su padre por la del ciudadano portugués, cuya familia también lo estaba buscando desde que supieron que había sido incinerado fruto de una orden judicial.
Sin embargo, no fue un solo error de la funeraria, sino todo un cúmulo de errores, empezando por el juzgado que levantó el cadáver, seguido del Instituto de Medicina Legal de Galicia y el tanatorio que incineró los cadáveres y los confundió.
Por todo el sufrimiento vivido por la familia en ese periodo de tiempo, Rubén pidió una indemnización de 10.000 euros, que el Consejo del Poder Judicial ha aceptado y será a cargo del Estado, ya que considera que el juzgado tenía la obligación de custodiar el cadáver a su cargo y entregarlo a su familia correctamente identificado, según explica El País.