Vacunas si, vacunas no. ¿De verdad hay debate?
Con inusitada frecuencia los profesionales sanitarios nos vemos en medio de debates del tipo: «Vacunas si, o vacunas no». Y no nos cansamos de repetir que ese planteamiento es absolutamente ridículo. Lo que en el fondo se está planteando es: «Evidencia y conocimiento científico si, o no». Y la respuesta es clara.
Los que están planteando dudas sobre la conveniencia de las vacunas en realidad están poniendo en cuestión al propio conocimiento científico. Por eso, estas dudas florecen en trincheras ajenas a la ciencia y más próximas a las creencias. Desde esta perspectiva resulta curioso observar cómo en plena expansión del siglo XXI en varios países europeos surgen brotes de una enfermedad prevenible, el sarampión, y unido a ello, numerosos cuadros con complicaciones y muertes.
No hablamos solo de países en vías de desarrollo, donde las vacunas se consideran un logro social y un tesoro que cuesta mucho esfuerzo. Hablamos de países de nuestro mismo entorno socioeconómico.
Los factores desencadenantes de este proceso tienen una etiología variada. Por un lado, los conflictos bélicos, la terrible crisis económica o la existencia de bolsas de marginación han sido elementos claves para que en determinados lugares explotaran de forma masiva los casos de esta enfermedad. La pobreza, desgraciadamente la pobreza. Y unido a este cóctel de necesidades sociales se encuentra la irrupción de sectores reticentes a la vacunación, que afortunadamente tienen poco predicamento en nuestro país.
Reflexionemos sobre este grupo: No debemos considerar a los padres y madres que no quieren vacunar a sus hijos como un grupo homogéneo. Por un lado estarán aquellos progenitores que no entienden para qué tienen que vacunarlos frente a enfermedades que ya no se ven. A estos ciudadanos debemos tratarlos con pedagogía. Lo que resulta sorprendente es encontrarnos con progenitores que en un ejercicio de memez pseudomoderna y supuesta defensa de lo natural frente a lo químico rechazan la vacunación. En fin, que convendría recordarles que los virus y bacterias no son el fruto de una disquisición intelectual a la luz de la luna, sino que existen, producen enfermedades, y es de necios no protegerse frente a ellos. Aunque a algunos les parezca poco moderno.
Amós García, presidente de la Asociación Española de Vacunología