Una pareja okupa el tanatorio construido y abandonado en la Casa de la Condesa (Telde)
Un tanatorio abandonado y que su construcción fue impulsada en 2010 con una inversión cercana a los 200.000 euros, salidos del Plan Zapatero y que nunca llegó a dar servicio en el Valle de Jinámar (ubicada entre Las Palmas y Telde).
Actualmente el edificio se encuentra lo están okupando Estrella y Jonathan, de 46 y 43 años respectivamente, una pareja de okupas residentes de toda la vida del Valle de Jinámar, ambos están creando poco a poco una vivienda a su justa medida en el tanatorio abandonado que está detrás de la Casa de la Condesa.
Sin embargo, el caso de Estrella y Jonathan es algo peculiar. Son una pareja en la que ambos tienen empleo. Ella es camarera de piso y él hace “trabajos sueltos”. Pese a ello explican que con el bajo sueldo que tienen y con lo caros que están los alquileres, no les da para vivir de manera digna en un piso.
Ya le han puesto cocina, baño, salón y hasta han pintado el interior de blanco y la fachada de azul marino para quitarle a las paredes el color negro que dejaron los incendios provocados por algunos vándalos en el pasado. Llegaron hace unas semanas, tras estar viviendo en una caseta de playa, buscando vivir tranquilos y sin molestar a nadie.
La casona, patrimonio histórico de la ciudad, comprada por el Estado al conde Alejandro del Castillo y Del Castillo en la década de los 80 y concedida al Ayuntamiento de Telde por el Gobierno de Canarias para su gestión durante 50 años, está viviendo sus peores días. Nadie se hace cargo del complejo que yace sobre el parque de la Condesa, y cada vez más personas se adueñan de sus habitaciones para tener un techo bajo el que dormir o hacer sus negocios.
En la parte frontal de la gran casa habita gente como Tito, quien lleva aquí hace más de un año porque “no tiene otra cosa”, o dos chicos saharauis recién salidos del centro de menores, después de llegar a Canarias en patera años atrás en busca de una mejor vida.
Además, ahora, después de que la Policía Local y Nacional tapiara las puertas de las salas contiguas a finales del pasado mes de julio, están más tranquilos, puesto que ya ningún grupo de jóvenes viene a molestarles. Cuenta Estrella que cuando los agentes de seguridad cerraron el resto de cuartos, menos el suyo, nadie les quiso echar ni les pusieron un plazo para salir de allí.
Esto les ha dado aún más pista libre para hacer libremente lo que quieran. Semana a semana van avanzando con las reformas y la casa les va quedando tan estética como ellos buscan. Por ahora nadie sabe cuánto tiempo van a durar aquí. Ellos tienen la ilusión y las ganas de quedarse por mucho tiempo.